La fuerte irrupción del proyecto de 40 horas de la diputada PC, Camila Vallejo, y que se tomó la agenda y dejó a un lado la propuesta del Gobierno, llevó al Ejecutivo a ajustar el propio con una indicación que rebaja el original de 45 a 41 horas. Por lo mismo, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, salió nuevamente a criticar la iniciativa de la parlamentaria opositora y advierte que de ser aprobada una rebaja horaria como la que impulsa la parlamentaria, el costo de empleos significaría una cifra cercana al 11% (unos 250 mil puestos de trabajo).
“Para decirlo en términos simples, reducir de 45 a 40 horas con el mismo salario, equivale a un aumento en el costo del empleo cercano al 11%. Eso significa que el proyecto puede tener un efecto del orden de 250 mil empleos”, sostiene el jefe de la billetera fiscal.
En entrevista con El Mercurio, Larraín explica la decisión del Gobierno de colocar una indicación de reducción de la jornada que contempla una rebaja obligatoria de 45 a 41 horas promedio, a diferencia de la original que mantenía las 45 horas y daba la alternativa de negociar 180 horas mensuales.
“No es cuestión de comodidad, sino de conciliar nuestra responsabilidad de proveer las mejores condiciones para que los trabajadores y la clase media diga progresando, con los incentivos para que el país siga creciendo. Rebajar la jornada laboral con flexibilidad y gradualidad es lo responsable”, sostiene.
Asimismo, desestima las críticas respecto a que las concesiones que ha hecho el Gobierno generan molestia e incertidumbre en el sector privado.
En ese sentido, explica que “el Gobierno debe conciliar el hecho de que los proyectos no se desdibujen en su esencia con la necesidad de incorporar elementos que los hagan viables legislativamente”.
En cuanto a la inconstitucionalidad que ha acusado el Ejecutivo del proyecto de Camila Vallejo, el titular de Hacienda sostiene que aún no tiene el cálculo del efecto fiscal que denuncian, afirmando que “el efecto es bien claro, si usted rebaja la jornada en forma obligatoria a la gente de 45 a 40 horas, eso generará para muchos empleadores realizar contrataciones adicionales para cumplir con los servicios que está dando”.
Y agrega que “por otro lado, están los intereses públicos de un mayor gasto fiscal y, en este punto, los parlamentarios no tienen iniciativa, pues todos los proyectos que implican mayor gasto fiscal son iniciativas exclusivas del Presidente de la República”.
Sin embargo, tampoco deja muy claro el informe financiero del proyecto del Gobierno y el gasto fiscal por dicho concepto, indicando que “cuando ingrese la indicación, daremos esos detalles. Los dos proyectos tienen una cosa en común. Ambos aspiran a reducir la jornada laboral”.
“La diferencia es que el proyecto del Gobierno aspira a hacerlo de forma responsable, gradual y con flexibilidad, que es la forma como los países que han tenido buenos resultados con este tipo de iniciativa lo han hecho. Lo importante es buscar un punto de acuerdo”, arguye.
Recrudecimiento de la guerra comercial
Otro punto que aborda el ministro son los malos resultados que ha tenido la economía nacional y que ha bajado las expectativas de la ciudadanía que ha cuestionado el eslogan gubernamental de los “tiempos mejores”.
Al respecto, el secretario de Estado culpa al recrudecimiento de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, admitiendo que “uno tiene un escenario base, y ese era que se mantuvieran las condiciones, no que tuviéramos un recrudecimiento como ha ocurrido”.
“Eso tiene varios efectos, menos comercio, menos crecimiento. En una economía que está inserta en los mercados mundiales como es Chile, por supuesto que nos afecta. También nos afecta sobre los precios del cobre, que es muy sensible a los ciclos económicos”, precisó.
A su vez, insiste en manifestarse optimista de lo que será el segundo semestre, debido a que hay razones que impulsarán la actividad la actividad económica en este periodo.
Incluso comenta su referencia a “rezar” que hizo en una actividad de religiosas del Hogar Niño Jesús de Ñuñoa, afirmando que “yo respeto a la gente que no sea creyente, pero creo que también los creyentes merecemos respeto en nuestras convicciones”.