Hoy el VIH es una infección crónica tratable

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Por: Nicolás Fernández, Médico. 

Hace algunos días el actor español Eduardo Casanova contó públicamente que vive con VIH y habló de años de silencio. Más allá del nombre propio, lo relevante es lo que deja al descubierto: todavía hay diagnósticos que, además de ser médicos, se vuelven sociales. Y cuando un diagnóstico se vive como etiqueta, la gente posterga lo más importante: saber a tiempo.

Hoy el VIH es una infección crónica tratable. Con terapia antirretroviral, la gran mayoría logra carga viral indetectable y, en ese escenario, no transmite el virus por vía sexual. Lo que mantiene vivo el miedo no es la biología, sino el prejuicio.

En Chile el test está disponible en muchos centros y no es, en general, difícil acceder. La particularidad es otra: sigue siendo, en la práctica, el examen distinto, el único que exige una manifestación escrita de voluntad. La intención es buena: proteger voluntariedad y confidencialidad. Pero el efecto simbólico puede ser el contrario al buscado: subrayar que el VIH es excepcional, que requiere un trámite extra, que no es como los demás. Y ese pequeño gesto burocrático, a veces, refuerza la vergüenza y el silencio.

Si queremos diagnóstico oportuno, tenemos que dejar de tratar el examen como una excepción. Cuidar voluntariedad y confidencialidad es indispensable, pero eso no exige convertir el proceso en un rito. El objetivo debiera ser simple: que pedir el test sea tan natural como pedir cualquier otro examen, y que el sistema responda con el mismo estándar de respeto, rapidez y claridad.

Eliminar prejuicios es salud pública. Y la evidencia apunta a algo simple: cuando el test se ofrece de manera rutinaria, más personas se lo hacen y se diagnostica antes. Lo propositivo es claro: hablar con información, ofrecer el examen sin señales de excepcionalidad y asegurar un trato digno.

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