Por meses y semanas, en este mismo espacio, y en este mismo medio INFOGATE; hicimos esfuerzos para analizar y proyectar las elecciones presidenciales y parlamentarias que han dejado los resultados, (que han dejado), en dos poderes del Estado de Chile.***
Diversas personas; colectivos; instituciones, hicieron y han hecho este mismo esfuerzo.
Y todos son respetables.
En ese contexto, es necesario analizar los resultados desde una perspectiva procesal, multifacética y dinámina:
- Si hay algo que queda establecido e instalado como diagnóstico del Chile real, subjetiva y objetivamente, es que somos un país con severos y profundos problemas sociales; económicos; materiales; de ethos ciudadano; individuales, familiares y colectivos. Las dos candidaturas, especialmente en segunda vuelta, intentaron empujar sus campañas desde el reconocimiento de un diagnóstico que, antes de las elecciones, no se asumía y no se reconocía en la dimensión que efectivamente tiene. Ciertamente, este diagnóstico, no es estático, y tampoco se trata de desconocer y no re-conocer que, desde comienzos de la década de los 90, del siglo pasado, se han producido cambios, reformas, y mejoras en diversos aspectos. El país no se cae a pedazos…pero tampoco los cambios que se han hecho, incluidos los del gobierno que termina, logran mínimamente modificar una subjetividad y una materialidad de vida que afecta negativamente a las mayorías nacionales. Este es un antecedente objetivo; es un hecho; es parte sustantiva del diagnóstico del Chile real. Y nos referimos a un proceso que, solo para marcar un hito, proviene de comienzos de la década de los 90, del siglo pasado. En varias columnas anteriores hicimos referencia a estudios procesales del PNUD, desde esa época hasta hoy. De la CEPAL; de varias y diversas instituciones nacionales. Incluso, semanas antes de las elecciones, varias universidades chilenas entregaron un estudio que describe esta subjetividad mayoritaria en Chile. Otra cosa es que los partidos, las élites, quienes ejercen el poder delegado o designado, no den relevancia a esta subjetividad descrita, y se concentren en la coyuntura y en lo episódico.
- En Chile, la ciudadanía vive su cotidianidad con miedo y temor. Grados más, grados menos, con miedo y temor. Que por diversos canales se busca “canalizar” con eventos atávicos, y con una hegemonía mediática oligopólica que es mucho más incidente que todos los partidos políticos realmente existentes. Temores y miedos a no tener un trabajo permanente; a tener trabajos precarios, temporales y mal pagados; temores y miedos a padecer una enfermedad que no se puede enfrentar con recursos mínimos; efectivamente, temor a no llegar a fin de mes, con salarios bajos, precarios, y que obligan a un endeudamiento que es parte de la arquitectura del sistema bancario y financiero dominante; miedo de las mujeres, transversalmente, a los papito corazón; a los abusadores y violadores; a tener sueldos más bajos que los hombres, por el solo hecho de ser mujeres; a padecer la carga no reconocida de ser cuidadoras, proveedoras, y cumplir varios roles a la vez. Miedo real, que no se puede ni desconocer ni relativizar, al crimen organizado y todas sus expresiones: Desde los asesinatos; los asaltos; control de territorios y campamentos (que son más de mil en todo el país); los secuestros; las extorsiones; incidencia creciente en instituciones del Estado; uso y abuso de los migrantes, incluido el drama de imponer la prostitución a adolescentes. Miedo al narcotráfico, que es crimen organizado recontra organizado….y que impulsa las adicciones; el consumo; para incrementar un negocio que está metido en el sistema financiero; en el sistema de apuestas ilegales; en los territorios y en la informalidad de los mercados; que exporta hacia territorios en donde se ubican los mercados de consumo y finanzas más grandes en estos momentos: Estados Unidos; Países Bajo; Europa; zona andina. Con niveles y tasas de ganancias incluso mayores a los más grandes negocios realmente existentes en el país. Temor y rabia al abuso, al maltrato, a la prepotencia, a una verticalidad que no deja espacio a la construcción de sujetos sociales y territoriales que son (o deberían ser) parte sustantiva de una DEMOCRACIA y de su ethos y fortaleza colectiva. En fin, hay otras situaciones que también se expresan en esta subjetividad, y que impactan en determinados segmentos sociales. El mito de “todo tiempo pasado fue mejor”, o “el eterno retorno”…en Chile hay que tratar de comprenderlo al calor de esta subjetividad que, insisto, es real.
- En las elecciones, de manera creciente (y continuará este fenómeno) existe y se expresa en las personas que ejercen su derecho a votar, una definición volátil. Y es un error sin justificación alguna desconocer esta realidad, y descalificar a estas personas, que son como son, porque NO HAN TENIDO, NI TIENEN, NINGUNA POSIBILIDAD DE SER DISTINTAS O DIFERENTES, menos en una sociedad como la chilena….diversa, pero que tiende al disciplinamiento actitudinal y conductual, especialmente empujado por las élites. Por eso es que a esas élites, no solo les cuesta comprender y aceptar fenómenos multitudinarios como el estallido social, su origen, sus causas, su horizontalidad, y para bien o para mal, la casi total ausencia en ellos de partidos y lógicas políticas. Porque incluso viene desde la década de los 90 del siglo pasado, esta concepción impositiva de separar e incluso estigmatizar, la relación e interacción entre lo político y lo social. Son personas que votan por quienes crean que entregarán respuestas a sus angustias y demandas. Y eso también viene de los 90 del siglo pasado…hablamos de décadas. Y aunque no lo vivieron de manera directa, en el presente referencial está esa latencia de una dictadura que dejó huellas terribles respecto de miseria; hambrunas y represión. Son personas que mayoritariamente no votaban cuando existía el voto voluntario…el que implicó que Chile llegó a ser el país en donde menos personas votaban en todo el continente. Son personas que, cuando existía el voto voluntario, ya se expresaba de manera creciente su opción volátil. Y cuando se instaló el voto obligatorio, lo hacen mayoritariamente. Son millones y millones, tal vez sobre seis millones. Casos concretos: Quienes votaron por Beatriz Sánchez, en segunda vuelta, el 30 % de esas personas, lo hizo por Piñera, y no por Guillier. El 60% de quienes votaron por Parisi, en segunda vuelta lo hizo por Boric, y no por Kast. En el primer plebiscito constitucional, más del 60% votó rechazo. Y en el segundo plebiscito, proyecto totalmente derechista, cerca al 60% votó en contra de ese proyecto. En las elecciones recientes, el 20% de Parisi, mayoritariamente, en segunda vuelta se volcó a Kast. En fin, se trata de un fenómeno complejo, pero que es reflejo de una sociedad concreta y peculiar, y que seguirá en el tiempo.
- José Antonio Kast fue electo Presidente de Chile en un proceso electoral. Y no es menor, porque en Chile las elecciones y el derecho a elegir son una conquista del pueblo chileno; de la izquierda y de las fuerzas históricamente democráticas, que han considerado el derecho a votar y a elegir un antecedente sustantivo del Estado de Derecho. Ocurre lo mismo con las elecciones parlamentarias. Históricamente, golpe y dictadura mediante; pacto transicional mediante; Chile no ha concluido un proceso que se abrió a comienzos de los 90 del siglo pasado. En rigor, lo que dejan en evidencia las recientes elecciones, es que es un proceso inconcluso. Y esto se produce en un momento en que la mayoría ciudadana se siente muy lejos de los partidos políticos y del Parlamento. Más aún, hay un rechazo intenso y fuerte hacia ellos, así como a la administración de Justicia, otro poder del estado severamente cuestionado. Todo esto, en un cuadro internacional y regional complejo, en donde existen explícitas y latentes acciones militares para cambiar el escenario actual de los estados nacionales, e incidir en una geopolítica que incluye al continente; a los oceános atlántico y pacífico; a la Antártida; a la región austral de la Patagonia. Por tanto, que afecta e incide directamente en cada país; en su soberanía nacional; en sus relacionales binacionales y multilaterales, en todos los aspectos, no sólo los económicos.
***Juan Andrés Lagos, es periodista, analista y encargado de comunicaciones del Partido Comunista de Chile.










