Enfrentar esos flagelos -crimen organizado y narcotráfico-, en todo su rigor, implica en primer lugar asumir el diagnóstico real.***
Chile es un Estado que tiende a ser superado por todos ellos, tanto en la prevención; la represión; la administración de justicia (fiscalías y poder judicial, especialmente); el sistema carcelario; la reinserción social.
Si esto se asume en su plena dimensión, se debe partir reconociendo que estamos ante una crisis nacional severa.
Centenares de miles de niñas y niños; y adolescentes; que no van a ningún tipo de escuela o colegio; violencia entre jóvenes, que no se puede medir por la cantidad de esos hechos, sino que en su dimensión ética, valórica, cotidiana. De agresión directa a la vida, y en no pocos casos, pérdida de la vida.
Control territorial
El narcotráfico controla territorios; campamentos; opera en todos los ámbitos del sistema financiero, a través de lavado de dinero, y genera inmensas ganancias a los grupos de poder que principalmente despliegan grandes redes de tráfico de cocaína y otras drogas de efectos devastadores para el ser humano.
El crimen organizado, que es un andamiaje totalmente asociado al narcotráfico, también genera control de territorios; ganancias de creciente magnitud; asesinatos, secuestros y crímenes que no respetan edad ni género.
Es de extraordinaria relevancia asumir el diagnóstico de realidad, puesto que ello implicaría darle una efectiva prioridad nacional a enfrentar este drama nacional.
Los grupos transnacionales del crimen y el narco operan, y no existe una cooperación a la altura que se requiere, con los demás países de la región. Y hay que decir, con el mundo, porque no es una exageración.
El riesgo: Que nos superen los grupos de poder que obtienen altas ganancias; que se normalice el asesinato de niños; niñas; adolescentes, bajo diferentes circunstancias. Que las adicciones sean toleradas, sin ayudar a quienes las padecen para superarlas, y se continúe con esta vergüenza que implica negar la mercantilización y el negocio que para grupos de poder eso significa.
Tolerancia cero, en el Chile real, implica una política nacional de estado, y que cambie todo lo que haya que cambiar, con el objetivo de terminar con los flagelos.
En primer lugar, sobre la base del diagnóstico común de realidad, terminar con las rencillas y dimes y diretes politiqueros, que tienen razonablemente aburrida y molesta a la ciudadanía.
Esto significa un acuerdo nacional: Sí.
Porque ello implicaría ahora, no en no sabemos cuántos años más, tener un presupuesto nacional orientado prioritariamente a resolver esta crisis.
Un presupuesto nacional que debería orientar varios puntos del PIB a tener los recursos para incrementar a un nivel muy superior las gestiones y recursos que se requieren.
Para las policías; para Gendarmería; para una cambio estructural y de fondo a fiscalías; al Poder judicial; para ayudar en todos los planos a las familias cuyas niñas y niños no van a la escuela; se involucran como soldados. Y no negar esas realidades. O lo que es peor, realitivizar su impacto.
Que se asuma que el deporte, la educación, así como los salarios y el trabajo estable, son variables totalmente relacionadas a un camino que termine con los flagelos que están dañando el alma de Chile.
Si las élites, transversalmente asumieran esta realidad, se podría abrir un camino real.
La ciudadanía vive en la angustia; el miedo; el temor.
Y no por otra razón, los estudios de subjetividad, profundos y creíbles, muestran que el parlamento; los partidos y también la televisión, la realmente existente, pierden en forma creciente la credibilidad en esta ciudadanía.
El llamado sector privado, que controla más del 75% de la economía real de Chile, no puede seguir fuera de esta crisis, o marginalmente, tímidamente involucrado.
Más en un estado que en su estructura, y en lo grueso, es subsidiario y plenamente a favor del ámbito privado.
Somos un país en donde ya, más de un gobierno, dice que “no hay plata” para financiar políticas públicas……
Si hay respeto y de verdad consideración por la democracia, por la soberanía popular, a quienes se les delega poder, deberían preocuparse de esta situación.
Son los únicos y principales responsables.
***Juan Andrés Lagos, es periodista; académico y encargado de comunicaciones del Partido Comunista de Chile







