En cualquier conversación cuando se tocan temas de diplomacia y relaciones internacionales, inmediatamente Chile se auto-cataloga como un país “legalista”.
Los más belicistas lo consideran como parte de la cultura de la “cobardía” que se ha gestado en la Cancillería, mientras que los pragmáticos entienden que es el terreno que le conviene jugar a Chile dado nuestro poco peso internacional, en donde debemos buscar “reglas claras”.
Lo que es muy claro es que Chile es un país más que “legalista”, muy “institucional”.
Un legado del creador de la República, don Diego Portales, quien también sentó las bases de las relaciones internacionales de Chile, en las cuales un país relativamente pequeño y pobre logró jugar un rol muy por sobre su nivel tanto en Latinoamérica como en el mundo.
Ese rol que juega Chile todavía se debe a la seriedad institucional y nuestra legalidad.
Ambos temas están muy arraigados en nuestra cultura y nos diferencian fuertemente del resto de la cultura latinoamericana.
Lamentablemente una parte importante de la izquierda chilena suele romantizar la idea folclórica latinoamericana, dado que para Chile ese mundo era muy lejano, pero hoy en día dada la fuerte inmigración latinoamericana, gran parte de la población chilena vio que esa “romantización“ de lo latinoamericano contrastaba fuertemente con la realidad.
La realidad de Latinoamérica
La triste realidad es que Latinoamérica es una de las regiones con la mayor tasa de criminalidad en el mundo y con menores tasas de institucionalidad.
La corrupción está generalizada.
Esto en parte se debió a la Guerra Fría, que sobre todo en Centroamérica nunca fue tan fría, sino sirvió como tablero de juego para el choque entre las dos potencias militares: EE.UU. y la Unión Soviética.
El fin de la Guerra Fría simplemente dejó a los países sumidos en la pobreza con escasas instituciones confiables, por lo que el vacío de poder fue inmediatamente llenado por el narcotráfico, quien entregada los servicios que las instituciones del Estado eran incapaces de dar.
Chile en el conflicto Guatemala Belice
Y adicionalmente en ese escenario catastrófico también había un conflicto internacional de larga data entre Guatemala y Belice (la antigua Colonia de Honduras Británica).
Un conflicto latente que estaba escalando en el último tiempo como resabio del colonialismo británico en el Caribe y que necesitaba una solución basada en el derecho internacional.
Y es de esta forma que el nuevo Secretario General de la OEA (Organización de Estados Americanos), el surinamés Albert Ramdin (el primero de los países CARICOM) nombró a la excanciller Antonia Urrejola como enviada especial para implementar el fallo de la Corte Internacional de Justicia que se espera para fines de este año o principios del próximo.

Que una Canciller que tuvo un desempeño regular, tenga ese honor, es gracias a la institucionalidad histórica chilena y nuestro respeto a la legalidad y al derecho internacional.
Es de esperar que en su gestión logre crear las condiciones para que el fallo de la corte Internacional se respeta y que las instituciones en Centroamérica, que en los últimos años no se han consolidado puedan dar paz y estabilidad a una región que lo necesita con desesperación.
Chile es un ejemplo para la región.
Ha sido un error enorme tratar de romantizar el folclor político y las malas costumbres institucionales latinoamericanas, poniéndolas de ejemplo a seguir para Chile.
Sin duda ese fue uno de los principales puntos de la enorme derrota electoral de la Convención I.
Por eso es muy extraño que ahora una candidatura pretenda tener una agenda muy similar, pero a su vez espera resultados diferentes.
Veremos.










