Según proyecciones de la Subsecretaría de Turismo y Sernatur, entre 2,8 y 3,5 millones de viajes con pernoctación se realizarán durante la temporada de invierno. La Región de La Araucanía concentraría cerca del 9,2% de ese total, confirmando al sur como uno de los destinos más demandados en esta época del año.
Con paisajes nevados, aguas termales, gastronomía local y actividades outdoor, destinos como Pucón, Lago Ranco, Frutillar y Puerto Varas han consolidado su atractivo durante los meses más fríos.
Pero junto con este fenómeno turístico, también ha aumentado el interés por habitar estos lugares bajo modelos más flexibles que permiten disfrutar del sur sin asumir los costos ni la gestión de una segunda vivienda tradicional.
“El invierno no solo es temporada alta para el turismo, también lo es para quienes están buscando nuevas formas de reconectar con la naturaleza, escaparse de la ciudad o incluso teletrabajar desde lugares con mayor calidad de vida. El sur de Chile ofrece todo eso, y el modelo fraccionado responde a esa necesidad”, explica Ignacio del Río, CEO de Legria, empresa que impulsa la propiedad compartida de segundas viviendas.
Este sistema permite comprar legalmente una fracción de una propiedad totalmente equipada, con uso flexible y administración profesional. Una alternativa que ha ganado terreno entre quienes valoran la experiencia y la eficiencia financiera por sobre la tenencia absoluta.
Actualmente, Legria cuenta con más de 40 fracciones disponibles en cinco propiedades ubicadas en sectores exclusivos de Pucón, Panguipulli, Puerto Varas, Lago Ranco y Frutillar.
“Quienes eligen este modelo buscan tener su espacio en el sur, pero con una inversión a la medida que permite aprovechar de manera más eficiente, una segunda vivienda, especialmente en temporadas como esta, cuando el sur está en su mejor momento”, agrega del Río.
Hoy, las preferencias de viaje y descanso se orientan hacia experiencias más auténticas, conectadas con el entorno y menos masivas. En ese escenario, el sur de Chile no solo se reafirma como destino turístico, sino como un lugar que muchos buscan habitar —aunque sea por una fracción— de forma recurrente.
Esta posibilidad no solo mejora la calidad de vida, sino que permite construir un vínculo con el territorio, sin los costos o incertidumbres que muchas veces implican los arriendos tradicionales. El modelo de Legria responde justamente a esa necesidad: ofrece familiaridad, continuidad, una experiencia más cercana y entrega flexibilidad.
