- Este sistema se utiliza para que los emprendedores puedan ahorrarse las tareas burocráticas que suele llevar la formalización de una firma. Todo lo que hay que saber antes de comenzar con este proceso.
En los últimos años, la creación de nuevos negocios ha experimentado un crecimiento sostenido en Chile, impulsado por la digitalización y la necesidad de dinamizar la economía local. En este contexto, el servicio de creación de empresas surge como una alternativa para quienes desean formalizar su emprendimiento sin tener que enfrentar extensos trámites presenciales y dilaciones administrativas. El desarrollo de plataformas online ha reducido los tiempos y simplificado la gestión, favoreciendo el acceso democrático al régimen formal de actividades comerciales.
La opción de constituir una empresa en Chile de manera remota genera amplio interés, ya que representa un cambio estructural en los mecanismos tradicionales que antes implicaban realizar múltiples firmas y recorrer distintos organismos públicos. Ahora, gran parte del proceso se completa mediante internet, con sistemas que documentan y digitalizan los trámites necesarios.
Adoptar el camino de la formalización trae ventajas sustanciales, como la posibilidad de obtener financiamiento, participar en licitaciones estatales y acceder a programas de apoyo para pymes. La existencia de un sistema eficiente de servicio de creación de empresas resulta fundamental para quienes buscan desarrollar proyectos sostenibles, acceder a clientela institucional o proteger su patrimonio personal mediante figuras societarias específicas.
¿Qué es el servicio de creación de empresas?
El servicio de creación de empresas consiste en un mecanismo digital diseñado para que los ciudadanos puedan constituir sociedades de manera fácil, rápida y sin tener que recurrir a procedimientos presenciales prolongados. Este sistema busca favorecer la puesta en marcha formal de negocios, ampliando la base emprendedora y reduciendo complejidades burocráticas.
Dirigido esencialmente a emprendedores, el sistema está disponible en línea y permite la inscripción de distintas formas jurídicas, acorde a las necesidades y objetivos de cada proyecto. Así, quienes desean iniciar un comercio, prestar servicios profesionales o desarrollar innovación pueden elegir el tipo societario más adecuado, realizando los pasos en una plataforma digital centralizada.
Cuáles son los pasos para crear una empresa en Chile
Llevar adelante el proceso de formalización para formar una EIRL en un Día ha dejado de ser una tarea extensa. El ciclo comienza con el ingreso al sistema digital disponible, donde el usuario debe contar con Clave Única, cédula de identidad vigente y acceso a internet. La plataforma dispone de un formulario en el que se ingresan los datos básicos del futuro negocio: nombre, dirección, actividad económica, capital inicial y tipo de sociedad.
A continuación, se elabora el estatuto social. El sistema propone modelos predefinidos para cada tipo de empresa, aunque también existe la opción de introducir cláusulas específicas según lo requiera el negocio. Finalizada esta etapa, se requiere la firma electrónica de todos los socios o accionistas. En caso de que algún firmante carezca de firma digital avanzada, se admite la opción de concurrir a una notaría para validar el proceso.
Una vez firmados los documentos, la empresa obtiene su registro oficial. La plataforma genera de inmediato el Rol Único Tributario (RUT), necesario para iniciar actividades ante el Servicio de Impuestos Internos (SII). Este paso también puede completarse en línea, agilizando la incorporación de la nueva sociedad al sistema tributario chileno.
El cronograma promedio para completar estos procedimientos se ha reducido significativamente: la mayoría de las empresas pueden quedar inscritas y habilitadas para operar en menos de 48 horas. La digitalización del proceso evita traslados y reduce posibles errores, además de ofrecer un respaldo automatizado de la documentación en los servidores estatales.
Qué tipos de empresas se pueden formar
El sistema admite varias figuras legales, cada una pensada para responder a necesidades diversas. Las más utilizadas son la Sociedad por Acciones (SpA), la Sociedad de Responsabilidad Limitada (SRL), la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada (EIRL) y la Sociedad Anónima Cerrada. A la hora de elegir, los especialistas sugieren considerar aspectos como el número de socios, responsabilidades tributarias, facilidad para acceder a financiamiento e intenciones de crecimiento futuro.
La SpA se selecciona habitualmente cuando el emprendimiento contempla la inclusión de nuevos inversionistas a futuro. Permite la entrada y salida de socios sin que haya una disolución de la entidad, y admite un único accionista. La SRL, en cambio, limita el número de participantes y exige que las transferencias de cuotas requieran consentimiento.
Por su parte, la EIRL resulta óptima para quienes desean emprender por cuenta propia y buscan separar su patrimonio personal de las obligaciones de la empresa. Bajo esta figura, la persona natural responde solo con los bienes asociados al giro societario, manteniendo a resguardo aquellos que no han sido afectados a la empresa. Finalmente, la Sociedad Anónima Cerrada, pensada para proyectos de mayor escala, plantea requisitos de capital y gestión más complejos pero otorga una estructura sólida para operaciones y expansiones.
Los pasos, condiciones y documentación mínima exigida varían según la modalidad elegida. Es importante revisar detenidamente los estatutos y asegurarse de que el tipo societario se ajuste al plan de negocios y a la manera en que se distribuirán responsabilidades y utilidades.
