- “La tendencia que hemos observado en Chile es que la incidencia de la enfermedad inflamatoria intestinal va aumentando significativamente. Afecta a una edad muy temprana y relevante del punto de vista de la educación y la productividad laboral”, plantó el doctor Gonzalo Pizarro, gastroenterólogo y director de la Agrupación Chilena de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (ACTECCU), filial de la Sociedad Chilena de Gastroenterología (SChGE), en el marco del Día Mundial de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), que se conmemora en mayo.
La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) engloba un grupo de afecciones que causan inflamación de los tejidos en el tracto digestivo. Incluye la Enfermedad de Crohn y la Colitis Ulcerosa, ambas son afecciones crónicas, es decir, patologías que acompañan a la persona durante su vida, tienen un tratamiento que debe ser a permanencia o de mantenimiento, y afecta principalmente entre los 20 y 40 años.
Así lo explicó el doctor Gonzalo Pizarro, gastroenterólogo de Clínica Universidad de los Andes y Hospital Barros Luco, director de la Agrupación Chilena de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (ACTECCU), filial de la Sociedad Chilena de Gastroenterología (SChGE), en el marco del Día Mundial de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), que se conmemora cada 19 de mayo. El especialista destacó la importancia de visibilizar la patología por el impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes.
La enfermedad de Crohn afecta la totalidad del tubo digestivo desde la boca hasta el ano; sin embargo, lo más habitual -puntualizó- es que comprometa el final del intestino delgado y colon. Habitualmente se presenta con dolor abdominal y diarrea, pero el sangrado en las deposiciones no es la principal característica como sí lo es en la colitis ulcerosa, que afecta sólo al colon (intestino grueso). Los síntomas de la enfermedad inflamatoria intestinal varían según la gravedad de la inflamación y la zona afectada. Es probable que el paciente tenga períodos de enfermedad activa seguidos de períodos de remisión. Entre los síntomas comunes se encuentran: diarrea, dolor abdominal, sangre en las heces, pérdida del apetito, pérdida de peso de manera involuntaria y cansancio extremo.
“La tendencia que hemos observado en Chile es que la incidencia de la enfermedad inflamatoria intestinal va aumentando significativamente. Afecta a una edad muy temprana y relevante del punto de vista de la educación y la productividad laboral. Los pacientes habitualmente tienen un deterioro muy importante en su calidad de vida que es significativo por la presencia de los síntomas y eventualmente, las complicaciones de la enfermedad, por lo que es fundamental tener acceso a terapias de manera rápida, y a lo largo del país para poder controlar su enfermedad”, argumentó.
Avances para un registro nacional de pacientes
Ante esta realidad, el doctor Pizarro planteó que es relevante el diagnóstico precoz de este tipo de patologías.
“Mientras antes se instaure un tratamiento efectivo para la enfermedad, el pronóstico del paciente será mucho mejor del punto de vista de evitar eventuales hospitalizaciones, uso innecesario de corticoides y eventualmente, la necesidad de terapias más avanzadas, así como también se evita algunas cirugías o un desenlace menos favorable como en pacientes que empiezan su tratamiento en forma tardía”.
Respecto de los casos en Chile, puntualizó que si bien no existe conocimiento cabal de cómo es la epidemiología de la enfermedad inflamatoria intestinal, hay reportes que muestran que la incidencia, es decir, los casos nuevos, se han incrementado de manera casi exponencial en los últimos años. En esa línea, comentó que el grupo de trabajo ACTECCU ha desarrollado un registro nacional denominado ChilEII, que a la fecha ha recopilado información de más de 2.500 pacientes y seguirá en esa labor para tener datos más acabados respecto de los casos en el país.
“En la Ley Ricarte Soto hay alrededor de 3.700 pacientes que son beneficiarios ya sea por colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn, quienes requieren terapia biológica y se estima que son el 30% de todos los pacientes con enfermedades inflamatorias, por lo tanto, eventualmente más de 15.000 pacientes en Chile tienen enfermedades inflamatorias intestinales. Sin embargo, esa estadística no está bien consolidada”, advirtió.
Actualmente, existe acceso a terapias convencionales como aminosalicilatos y a los inmunomoduladores, y también a tratamientos avanzados como los biológicos que son anti-TNF, que cuentan con cobertura en la ley Ricarte Soto desde el año 2017 para la enfermedad de Crohn y desde el 2019, para la colitis ulcerosa. “La ley Ricarte Soto no ha logrado incorporar en su canasta nuevas tecnologías. Estamos muy al debe en ese sentido”, expresó.
La Ley Ricarte Soto ha incorporado en su canasta fármacos biosimilares; medicamentos biológicos equivalentes en cuanto a calidad, eficacia y seguridad a su medicamento biológico de referencia cuya patente ha expirado. “Los fármacos biosimilares son una alternativa válida dado que logran disminuir los costos manteniendo la efectividad y seguridad, por tanto, son una buena estrategia para poder aumentar la cobertura de beneficiarios de la ley”, manifestó el especialista.
Respecto de las acciones que son necesarias para concientizar sobre las EII, el doctor Pizarro destacó que, junto al registro nacional de pacientes y el desarrollo de guías clínicas nacionales de manejo de EII, prontas a publicarse, otro aspecto relevante es el empoderamiento desde los propios pacientes a través de sus agrupaciones, como la Fundación Carlos Quintana Crohn Colitis Chile, para levantar este tipo de necesidades que permiten actualizar el contexto de la patología y mejorar significativamente su calidad de vida.







