Por: Sofía Abascal Muñoz – Encargada comunal del Programa de Control y Eliminación de la Tuberculosis en Santiago (PROCET)
En el marco del Día Mundial de la Tuberculosis, que se conmemora todos los 24 de marzo, recordamos que dicha enfermedad ha acompañado al ser humano desde tiempos inmemoriales, incluso se ha descrito que existe evidencia de su existencia al menos hace 20.000 años. Asimismo, los prejuicios asociados a esta enfermedad datan de ideas erróneas históricas, en donde se asociaba a diversas características sociales y hábitos de higiene.
En la actualidad, la tuberculosis sigue siendo una amenaza global y continúa afectando a la población de una manera agresiva, pues constituye la primera causa de muerte de origen infeccioso a nivel mundial, no obstante es una enfermedad que cuenta con tratamiento y cura.
Según estadísticas del Global TB Report del 2023, Chile presenta una tasa de incidencia de 18 casos por cada 100 mil habitantes, con tendencia al alza, y de acuerdo a cifras locales del 2023, Santiago presenta una tasa de incidencia de 39,5 casos por cada 100 mil habitantes.
¿Por qué esta enfermedad sigue vigente y los casos aumentan en nuestro país y especialmente en Santiago? La respuesta puede presentar múltiples factores, pero principalmente es que persisten los prejuicios sociales, morales y una profunda relativización del problema, no solo por quienes padecen de esta patología, sino que -aún peor- es común que el personal de salud olvide su existencia y el peligro que representa para la población.
La atención primaria tiene una misión clara: Promover la salud y prevenir la enfermedad. Sin embargo, la salud pública es responsabilidad de todos, y es que en el marco del “Día Mundial de la Tuberculosis”, invitamos a reflexionar y más importante aún, a actuar con responsabilidad.
¿Qué pasos concretos podemos tomar para erradicar la tuberculosis? En la comuna de Santiago, estamos comprometidos con esta lucha continúa, educando y dando a conocer la importancia de realizar la búsqueda activa, realizar su tratamientos y por sobre todo dejar de lado los juicios que en definitiva ocasionan un daño no solo mental y físico; sino también comunitario y social.