Diversos diagnósticos y análisis político electorales cursan en estos días.***
Es evidente que los medios hegemones privilegian ciertas opiniones y “análisis”; y desacreditan y caricaturizan otras.
Se meten al interior de los partidos, por cierto para incidir en ellos y en la ciudadanía. Incluso, en forma bastante descarada, descalifican algunas candidaturas de ciertos partidos, y alaban y estimulan otras candidaturas de esos mismos partidos.
Antecedentes fácticos respecto de este accionar, hay muchos y son muy evidentes.
Hay dos variables que nuevamente comienzan a cursar en estos análisis:
- Que el “progresismo”, para “parar a la derecha”, tiene que mostrarse algo así como “mesurado”, para lograr que su votante de centro y de izquierda moderada (léase la ex concertación) se reencante; y que otros votantes eventuales miren al sector como una alternativa que da “gobernabilidad”, y no “populismo”.
- Que de esa forma, también, se logrará detener una tendencia que cursa desde la década del dos mil, y que implica que sobre un millón y medio de personas, que votaban por la DC, y algunos partidos de la concertación, estén votando ahora por la derecha; y por algunas de sus orgánicas políticas.
Esgrimiendo esas razones y diagnóstico, algo muy parecido hicieron estos mismos sectores, cuando Alejandro Guillier fue candidato presidencial. Le quitaron toda la frescura que tenía esa candidatura y su programa de gobierno; su distancia con los partidos; sus propuestas de cambios más de fondo y sustantivos.
El resultado fue la derrota. Emergió Beatriz Sánchez, con un programa de gobierno directo y sencillo, pero sólido: No más CAE (identificado por la ciudadanía con gobiernos de la concertación); nacionalización del agua; derechos para las mujeres.
En la segunda vuelta presidencial, cerca del 30% de las personas que votaron por Beatriz, lo hicieron por Piñera, no por Guillier.
Ya en ese tiempo, la realidad del votante volátil era más que evidente, aún cuando no había voto obligatorio, y esas seis millones de personas (que ahora lo hacen porque el voto es obligatorio) simplemente no votaban.
En la elección de Gabriel Boric, en segunda vuelta, cerca del 60% del votante de Parisi, se fue a quien es hoy Presidente de Chile, y no a Kast.
La derecha, en estos universos electorales, no crece porque esas personas sean doctrinariamente de derecha, ni siquiera algo parecido.
Tampoco a estas personas les interesa seguir rindiendo pleitesía a este espejo retrovisor de que los “30 años mejores de la República” se ubican exactamemte bajo los regímenes de los 90 al 2014.
Tal vez todo es más sencillo, y más complejo. En un mundo que cambia a pasos agigantados, los asuntos de pervivencia son los que deciden el voto.
Y que por cierto se crea a las propuestas que se hacen, y quiénes las hacen.
Todo indica que este es el único y real camino para, efectivamente, parar a la derecha.
***Juan Andrés Lagos, es periodista y académico. Encargado de comunicaciones del Partido Comunista de Chile