Chile a lo largo de su historia ha tenido muy pocos líderes que se puedan denominar “estadistas”. Uno de esos personajes recientes es el expresidente Ricardo Lagos, quien siempre repetía una frase muy elocuente: “En Chile las instituciones funcionan”.
Nobeles de Economía 2024
Este fenómeno, muy peculiar en Latinoamérica, ha llamado la atención de varios estudiosos de la “institucionalidad”, entre ellos a los premios nobel de economía del año 2024, James Robinson, Daron Acemoglu y Simon Johnson.
Ellos escribieron un libro: “Por qué fracasan los países”, en donde analiza que el éxito está muy relacionado con la institucionalidad que tiene cada país.
Es más James Robinson visitó Chile en septiembre del 2024, y en una de sus exposiciones expresó una frase muy importante con respecto del “modelo chileno”:
- “Si retrocedes hasta el siglo XIX, Chile no se parece a otros países latinoamericanos. Es como el mejor, tiene el estado más fuerte. Es mucho mejor en la construcción de vías férreas y carreteras. Las FF. AA son las más efectivas en América Latina. Chile se ve diferente. No son solo los últimos 40 años, son los últimos 200 años. Siempre ha estado en un tipo diferente de trayectoria”.
Yo en una columna anterior sostenía que esos “200 años” de institucionalidad se debían a un hombre: Diego Portales.
Y si bien Diego Portales tuvo un paso muy breve y polémico por el gobierno, sentó las bases de la institucionalidad chilena, que básicamente fue volver al sistema colonial, pero reemplazando al Monarca español por la LEY.
En eso ayudó mucho la contratación de sabios extranjeros, como Andrés Bello, quienes sentaron las bases intelectuales de la institucionalidad chilena.
Modelo Chileno
El “modelo chileno” por decirlo de alguna forma, tiene su primera prueba intelectual en un debate entre Andrés Bello y Domingo Faustino Sarmientos en la década de 1840 con respecto a la gramática de la Lengua española.
La postura de Andrés Bello era que no se podía hacer un “borrón y cuenta nueva”, sino los cambios son procesos que deben respetar la visión histórica. Por tal razón crear una nueva gramática para una lengua que había creado clásicos de la literatura universal como “El Quijote” o el “Mio Cid” era una aberración.
Evidentemente a Domingo Faustino Sarmiento sus ideas eran muy diferentes.
El posteriormente regresaría a Argentina, en donde sería presidente. Una de las razones de la diferencia cultural e institucional entre Chile y Argentina tiene su raíz en ese debate de 1840, que marcó serias diferencias de la forma de ver el mundo y generar instituciones al servicio de los intereses permanentes del país.
Lecciones de las Convenciones Constitucionales
El modelo chileno ha estado muy internalizado en la población chilena, y simplemente cambios bruscos como “refundar” Chile o cambiar las interpretaciones históricas no tienen apoyo ni generan mayorías.
Pero a su vez perder lo que se ha obtenido, como los derechos de las mujeres o nuestro sistema democrático, tampoco eran opción para la población, y por estas razones los dos procesos constitucionales fracasaron estrepitosamente.
Los cambios en Chile son lentos, y requieren mayoría claras de grandes partes de la sociedad. Sin esos consensos básicos, o tratar de ignorar o reinterpretar la historia, de acuerdo con sus marcos ideológicos, no es la forma de lograr cambios sustantivos. Es más, usar ese camino usualmente termina en dar un mayor apoyo a las ideas contrarias a esas posturas de cambio.
La élite chilena nunca ha sido intelectualmente brillante, ni tampoco se ha caracterizado por su proactividad ni tampoco ha tenido visión de futuro. A pesar de esas características si ha sido una élite muy pragmática, que se ha alineado con la institucionalidad chilena.
El problema de la élite siempre ha sido con los “hijos tontos”. Y lamentablemente hoy en día esos “hijos tontos” se han tomado la política chilena con partidos extremistas de izquierda y derecha que se caracterizan por la baja capacidad cognitiva de sus miembros y la mediocridad intelectual.
Hay que subir el nivel del debate y volver a los orígenes intelectuales de Chile, donde la meritocracia vuelva a tener un lugar preponderante, para potenciar nuestro principal activo: la INSTITUCIONALIDAD.