viernes, enero 24, 2025

Asumir la crisis para salir con más democracia, justicia y participación

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Hay*** quienes, interesadamente, buscan darle a la crisis un sentido de tragedia; ingobernabilidad; pánico atávico; para luego descalificar los descontentos y las manifestaciones ciudadanas, y una vez más intentar reponer las bases del pacto transicional que añoran con nostalgia y ansias de poder.

A la base de esa idea está la mantención (con modificaciones muy parciales) del modelo económico neliberal; extractivista; subordinado a los centros financieros de especulación extrema y las normas del FMI; con fuertes dependencias desde las periferias.

Un hecho:

La llamada “aldea global” de comienzos de los noventa del siglo pasado, simplemente no fue.

Tampoco la tan mentada “democracia planetaria”, que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN esgrimieron como “el fin de la Historia” (Fukuyama), aunque el propio autor, con una franqueza respetable, ha reconocido que equivocó su pronóstico….no así sus seguidores en buena parte del mundo, incluido Chile.

Llevamos varias décadas de este laboratorio que, insistimos, ha dejado secuelas nefastas en todos los planos, incluido el escenario de guerras de intervención; genocidios; y una violenta persecución política y religiosa en diferentes partes del mundo, incluidos las y los migrantes.

Fin del mito global

Chile, por cierto, no es ninguna excepción.

La corrupción que azota al sistema económico es fuertes e intensa, y es tan extrema que ha sido imposible que no llegue a la judicialización. Con el riesgo que, una vez más, terminemos con “clases de ética”.

La administración de Justicia no es una excepción , sus crisis es muy grave. Y eso es lo que la ciudadanía, mayoritariamente, condena, porque observa que no hay igualdad ante la ley, y que existe “una justicia para pobres, y otra para ricos”.

Las imbricaciones del sistema político, con los dos fenómenos anteriores, son  más que evidentes. Hay persecución político-judicial (caso de Daniel Jadue); está la desaparición de una mujer mapuche, activista reconocida, y pasan y pasan los días….

El crimen organizado y el narcotráfico no se detienen. Más que avances, hay investigaciones que se realizan desde hace meses, que han tenido algunos resultados. Y eso es muy bueno. Sin embargo, el lavado dinero; la ruta del narco; las involucraciones en el sistema financiero de hecho, siguen adelante.

La inseguridad ciudadana, más allá del tratamiento espectalularizante que hacen algunos medios hegemónicos, es más que real, y extrema. Hay voces respetables que consideran que estos fenómenos están dañando la soberanía nacional del Estado.

Las crisis son latentes, y por momentos manifiestas

Pero en cualquier caso, son un deterioro pausado; profundo; intenso, a todo el sistema social y político.

Hubo un dictador, antes que Pinochet, que usó el símbolo de la escoba, porque ofrecía “barrer” con la corrupción y todo lo que él y su sector, consideraban corrupto.

Pinochet, y su sector, también usó ese mismo símbolo.

El surgimiento de derechas atávicas y antidemocráticas no se puede explicar si no se considera las causas, y quienes generan esas causas. Y cómo esas derechas toman esas causas y las transforman en demandas.

Los ’90 

Desde los noventa en adelante, la “cancha”; el “empedrado” del camino, ha sido construido e impuesto por sectores económicos y políticos claramente identificables.

No se puede hacer más de lo mismo. O cambios o reformas que no vayan a los asuntos de fondo y de verdad logren superar las secuelas que siguen:

Salud; vivienda; salarios; campamentos; pensiones; educación; inseguridad ciudadana….en fin.

Ciertamente, para lograr eso, se requiere un programa social. Y de la misma manera, una correlación social, política y democrática que hoy no existe, y que es fundamental para impulsar lo primero.

Hay un diagnóstico. Hay un desafío. Hay que construir la propuesta, porque el tiempo social y político es más que breve.

Apostar a que las derechas se dividan o fragmenten, es realmente asumir la incapacidad propia y explicitar la voluntad  de cambiar “algo”, para que en verdad todo siga igual.

***Juan Andrés Lagos es periodista, académico y encargado de relaciones políticas del Partido Comunista de Chile.

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