Por: Victoria Valdivia, Global Fellow European Space Policy Institute.
Raras son las ocasiones, a lo largo de la historia de la humanidad, en la que se presencias “primeras veces». El rol de los pioneros ha sido siempre destacable, justamente por la bravura en atreverse a hacer, hablar o explorar un lugar por primera vez.
La Antártica, ha ofrecido varios de esas “primeras veces” de la humanidad, en historias épicas que trascienden generaciones y que conectan culturas, personas, historias y emociones.
En el momento de que por primera vez un Presidente de Chile llega hasta el Polo Sur, alcanzando la frontera polar de nuestro país, es justo hablar de otra primera vez que aguarda en las tierras de altas latitudes polares: la convergencia del espacio y la Antártica.
Épica antártica
Existen, a lo largo de la historia de la humanidad, momentos particulares en donde los caminos se cruzan y se generan innovaciones, avances y cambios en comprender el mundo que nos rodea. Ejemplificado en el entendimiento sobre nuestra Antártica, la humanidad ha situado tradicionalmente a este continente en las partes inferiores de los mapas, como si fuese el vero fin del mundo.
Sin embargo, bajo una perspectiva diferente, en un planeta cuya forma difiere del plano, Antártica se sitúa en el centro del planeta, siendo un puente de conexión natural entre océanos y masas continentales.
De una u otra forma, todo fenómeno nos lleva a la Antártica, desde las comunicaciones (cables de fibra óptica submarina, vuelos, tránsito de comercio marítimo, etc.), hasta los contemporáneos avances de los programas espaciales globales.
Antártica es, en sí, un laboratorio natural y un continente de características peculiares, entre las que destaca el ser el continente más próximo al espacio ultraterrestre y particularmente, por su posición, a las órbitas polares; siendo así un puente de conexión natural de los territorios que transcurren desde el sur del golfo de Corcovado hasta el Polo Sur, y que el General Ramón Cañas Montalva denominara “zona austral-antártica”, con el espacio ultraterrestre.
En la carrera por la conquista del espacio, que vuelve a emerger en un entorno de mayor volatilidad e incertidumbre internacional, la búsqueda por generar avances tecnológicos y reducir los riesgos operacionales de las misiones a otros cuerpos celestes, como es la Luna o Marte, requiere de lugares seguros donde probar la mencionada tecnología.
Al final de todo, la reducción de los riesgos implica también una optimización de los recursos involucrados en estos programas. Bajo esta consideración, pocos son los puntos en el planeta Tierra que ofrecen optimas condiciones para simular el ambiente espacial y las exigencias a las que se encuentran sometidos los astronautas que la propia Antártica. Es quizás por ello que, en la intensificación de los programas espaciales, se ha observado una mayor presencia de este tipo de investigaciones en el continente blanco.
Si bien es cierto, la Antártica se ha reservado especialmente para el desarrollo de la ciencia y el conocimiento en beneficio de la humanidad, no es menor recordar que a diferencia de un cuerpo celeste, Antártica es un continente más accesible y que no es terra nulis ni patrimonio común de la humanidad, por tanto, si bien es cierto, las acciones que se llevan a cabo en el continente tienen una estricta regulación bajo el marco del Sistema del Tratado Antártico, también sería posible observar un impacto sobre los intereses nacionales de los países, potencialmente aportando a la disputa internacional.
Es por ello que las acciones al ser simbólicas, también reflejan el estado del mundo y deben ser observadas con precaución.
El crecimiento no regulado de capacidades vinculadas al espacio ultraterrestre e inclusive la mayor cantidad de investigación de base espacial en Antártica, debe ser considerada con especial atención, optándose por la regulación de los fines de la mencionada investigación, con el propósito de evitar el empleo del continente blanco con fines de investigación vinculada al conflicto internacional o a cualquier otro fin que no sea pacífico. Y en esta arista tan relevante del debate internacional, países antárticos como Chile deben estar a la vanguardia, siendo consistente con la gobernanza vigente del continente antártico y sus usos.
Antártica y espacio
Finalmente, la conexión Antártica y espacio está en el mainstream del interés global.
Con estudios de frontera de conocimiento, las posibilidades de usos de esta convergencia para aportar al desarrollo de la humanidad son notables (por ejemplo, en el desarrollo de nuevas tecnologías para incrementar la resiliencia social ante el cambio climático) y sobre todo en el entendido que, en esta pasada de desafíos, el Sur Global tiene una voz relevante, particularmente los países de altas latitudes y más aún, los países antárticos como Chile.
Es por ello, que este tema será abordado en la conferencia de África y Medio Oriente (AMESC) en Rabat, el próximo mes de febrero, en donde chilenos expondrán la conexión espacio y antártica en el desarrollo de soluciones innovadoras para problemas globales.
La conferencia, organizada por la Iniciativa Espacial de Marruecos (MISI), dará cita a las principales agencias espaciales, universidades, académicos y empresas del rubro de la tecnología. En este importante marco, la investigación de antártica y espacio se abre nuevamente al mundo.
El debate entorno a las futuras regulaciones que deben proteger la Antártica, no son baladí, requieren el levantamiento de evidencia científica para apoyar el proceso de toma de decisiones global, abriendo espacios para la innovación investigativa.
En este sentido, poco se ha hablado a escala global de lo que el espacio ha aportado a la ciencia Antártica y a la inversa. Pareciera ser que el origen común de ambas actividades, se ha perdido en las arenas del tiempo, siendo un recuerdo bucólico.
Sin embargo, es tan fuerte la mencionada conexión, que inclusive los Tratados que regulan las actividades en el espacio y en la Antártica, son instrumentos “gemelos”, con algunos aspectos diferenciadores claves, como el asunto de la soberanía y la categoría de patrimonio común de la humanidad, pero con puntos idénticos en materias de principios de uso pacífico, no armamentismo, el valor de la diplomacia científica, entre otros.
Queda mucho por escribir en la convergencia de espacio y antártica, capacidades que generar y ciencia por desarrollar.
En esta pasada, la cooperación internacional es fundamental para encontrar los valores comunes que nos permitan el desarrollo y progreso del conocimiento, las artes y las ciencias con sentido social, es decir: en beneficio de la humanidad entera.