Se podría afirmar que Chile, como Estado Nacional, desde sus orígenes como República, ha bregado por la paz***.
No sólo como asunto nacional; en las relaciones bilaterales y multilaterales, sino que también como cuestión de Humanidad.
Podemos decir, en tal sentido, que se trata de una tradición, considerando el sentido etimológico del concepto, que es TRASCENDER.
Las relaciones internacionales de Chile, han estado marcadas positivamente por esto, y sólo en algunos excepcionales momentos, este legado ha sido modificado.
Se tata de fundamentos sólidos, incluyendo el que considera que el mejor camino para defender y sostener la Soberanía Nacional, no es precisamente la guerra, sino el diálogo y la paz.
Sumemos el Derecho Internacional, el que surge post segunda guerra mundial.
También los esfuerzos que, particularmente, se han realizado por gobiernos en la búsqueda de tratados y acuerdos bilaterales y multilaterales, para sostener el diálogo y la paz como asunto central.
Los recientes empeños en esa dirección, al aportar sustantivamente a la formación de UNASUR; y la participación activa en conformar la CELAC, cuyo objetivo, entre otros, es sostener al continente como ZONA DE PAZ, muestran esa perspectiva.
Considerando que ZONA DE PAZ implica asuntos concretos, como impedir conflictos militares entre naciones del continente, así como impedir las intervenciones militares que provengan desde fuera del continente, a algún país de la región entera.
Lo que ocurre en Gaza, en Siria, la militarización del Asia Pacífico; las acciones militares de Estados Unidos y la OTAN, muestran un peligroso escenario mundial. Que es real.
No pocas acciones de la ONU simplemente no son aceptadas por algunas potencias, y tampoco se reconoce el Derecho Internacional.
Entonces estamos ante una real crisis que, desde la Segunda Guerra Mundial, no se había producido en la dimensión que hoy tiene.
La historia de la Humanidad, y de Chile, demuestran que la dimensión de los países no es un indicador determinante para evaluar su capacidad de incidencia cualitativa en las relaciones internacional, tanto regionales, como bilaterales y multilaterales.
Es hora que nuestro país, sobre la base de su legítima tradición, asuma un rol más activo en medio de un convulsionado mundo que se aproxima, peligrosamente, hacia la generalización de la guerra y la militarización.
***Juan Andrés Lagos, periodista, académico y encargado de relaciones políticas del Partido Comunista de Chile