Por: Vladímir G. Belinsky, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la Federación de Rusia en la República de Chile***

Los lazos entre nuestras naciones cuentan con más de 200 años, desde que el 13 de febrero de 1816 el buque ruso Rurik por primera vez tocó el puerto de Talcahuano. Pero voy a ser breve y, primero que nada quisiera citar al Gobernador Teniente Coronel Rivas quien, en aquella ocasión, saludó al capitán ruso con las siguientes palabras:

“Desde que el mundo existe, ningún buque ruso había desplegado el estandarte en esta tierra. Vosotros sois los primeros. Nos es grato saludar a una nación que bajo el cetro del emperador Alejandro ha hecho tantos sacrificios para reconquistar la libertad en Europa.”

Fue en 1816 (!), tras las guerras napoleónicas, las cuales, por su parte, debilitaron las metrópolis europeas, lo cual a su vez dio inicio a la ola de liberación nacional en Latinoamérica.

Pasaron un poco más de 130 años y el destino de Napoleón ha sido repetido por las hordas nazi de Hitler – un mal incomparablemente peor. Una vez rota la espalda del fascismo en las batallas de Moscú, de Estalingrado y de Kursk nuestro país nuevamente libera el continente Europeo. Pagando un trágico costo récord de 27 millones de vidas.

Meses antes de aquella Gran Victoria del 9 de mayo de 1945 que próximamente cumplirá su 80 aniversario, el 11 de diciembre de 1944 la Declaración oficial del Gobierno de Chile señalaba: “… frente a la ayuda decisiva prestada por el Gobierno y el pueblo rusos a la defensa de la civilización y de la doctrina democrática, el Gobierno de Chile ha considerado que debía poner término a la anormal situación existente respecto a sus relaciones con la gran nación eslava.”

La Historia suele repetirse. Pues los monopolios contradicen la dialéctica de la naturaleza y no perduran mucho, por más que sus propietarios se consideren los dueños del mundo. Hoy día nos acercamos al momento de la verdad con otro fenómeno de lo mismo – el fracaso del mundo UNIpolar.

Este modelo está cediendo espacio a los nuevos centros de desarrollo que se enmarcan en el BRICS y otros formatos. Y este tren está cobrando velocidad. Uno de los centros en mención ya está en Sudamérica – donde Chile forma una parte muy importante de esta gran familia de naciones.

Dicho contexto reúne a los países que comparten tales valores como la igualdad soberana de los Estados, el respeto mutuo de sus intereses, la no injerencia en sus asuntos internos y otras normas del derecho internacional.

Para nosotros se trata, también, de defender la casa, mejorarla adentro y fortalecer afuera nuestra relación con las naciones que comparten esta visión del futuro.

Es así como vemos la democracia en las relaciones internacionales – para todos, no para un círculo limitado de países.

Estos enfoques los compartimos con la mayoría absoluta de los estados del mundo –y naturalmente, con la República de Chile durante muchos años.

Con Chile nos unen lazos históricos que pasaron su prueba con el tiempo. Tenemos ejemplos de solidaridad humana en períodos difíciles de cambios de las épocas. Hemos enfrentado desafíos muy similares en nuestros caminos hacia la independencia y soberanía, pagando con vidas de los libertadores y muchos sacrificios. Eso hace que nos entendamos muy bien, incluso de lo que está pasando en el mundo.

En Rusia conocen bien la labor del luchador por la independencia de Chile, el libertario Bernardo O’Higgins, se guarda la memoria del gran patriota chileno Presidente Salvador Allende.

Nosotros seguimos admirando las obras del poeta y diplomático mundialmente conocido, premio Nobel Pablo Neruda, así como la valentía y heroísmo del cantante Víctor Jara.

Vemos en Chile un socio importante en la región latinoamericana. Tenemos un equipaje importante de intercambios y experiencias de cooperación entre todos los sectores de la sociedad chilena.

El hecho de que nuestras economías sean complementarias y, además que estemos en contraestación en materia agrícola, forman un potencial enorme para distintos rubros productivos.

Estamos dispuestos a intercambiar experiencias, conocimientos y tecnologías para fortalecer el potencial de producción propia en ambos países. En este sentido no tememos una competencia sana y leal. Consideramos que cuanto más ofertas haya sobre la mesa mejor será para todos. Contribuye al desarrollo productivo y a los intereses de nuestros consumidores.

Existen buenas perspectivas en la medicina con producción de medicamentos, vacunas y radiofármacos, agricultura, energía hídrica, desarrollo de infraestructura de transporte marítimo y ferroviario, entre otros.

Quedan las puertas abiertas para compartir nuestra experiencia y maquinaria para la lucha contra los desastres naturales. Además de los famosos Ilushin, hay ofertas de aviones anfibia para la extinción de fuego en períodos de incendios.

La gran inversión a futuro es la educación. Vamos a seguir promoviendo contactos directos entre universidades y ampliar la cuota estatal para los estudiantes chilenos.

Y, por supuesto, un área de suma importancia es la cultura. Es muy grato ver como el espectador chileno demanda y aprecia las muestras de la cultura rusa que llegan acá. Trataremos que sean más. Esta labor está fuera de lo político y se extiende directamente a nivel de los corazones humanos.

Lo mismo se refiere al deporte. Para mi ha sido muy grato descubrir una fuerte presencia del SAMBO en Chile. Apoyaremos todos los emprendimientos en este campo.

Estimados amigos, miramos con optimismo al futuro de nuestra relación con Chile. Estoy seguro que el trabajo conjunto con muchos de los aquí presentes traerá frutos para el bien de ambas naciones.

Propongo brindar por nuestra amistad. Viva Rusia! Y viva Chile!

***“Las opiniones emitidas por los columnistas e invitados, son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento o la línea editorial de Infogate”.