Las palabras del cardenal Fernando Chomali -más parecidas a una arenga política- durante la homilía de Navidad al comentar  la decisión del Gobierno de posponer la ley de aborto libre, viene a reafirmar que el purpurado ha delineado un camino muy terrenal en que demuestra que disputará el poder de la opinión  como «Príncipe de la Iglesia» (como se les ha llamado siempre a los cardenales y obispos) y de alguna manera se transforma en un líder para un sector político que justamente no tiene liderazgo en temas sensibles, aunque Chile no es un Estado confesional.

Las primera muestras de este giro político se dio en el discurso (no homilía) que el prelado dio en el Tedeum del 18 de septiembre pasado donde afirmó: «Los religiosos conocemos a nuestro pueblo, sabemos de sus penas y alegrías, esperanzas y dolores. Hoy, por lejos, lo que más preocupa es la seguridad. Nadie se siente seguro, nadie puede garantizar que no le harán un portonazo, un turbazo, una encerrona o que no lo asaltarán”.

Pero Chomali, una vez  entronizado como Cardenal, comenzó a mostrar con mas fuerza su opinión como actor político y así lo hizo notar al comentar la situación de seguridad e inmigración que vive Chile donde a diario mueren venezolanos, peruanos y colombianos  (también chilenos) abatidos a balazos en las calles  de Santiago.

En entrevista con R. Biobío dijo: «Me parece que es una injusticia cuando se asocia migración a delincuencia. Todo delincuente del país que sea, tiene que ser perseguido y castigado como corresponde que es lo que están haciendo en Estados Unidos y en Europa con los chilenos que han hecho un daño inmenso y a nadie le gustaría que no metan a todos en un mismo saco. Los migrantes son una riqueza».

Lo anterior había estado sepultado en las mazmorras del olvido tras la debacle de la Iglesia Católica con toda la podredumbre provocada por el descubrimiento de casos de abusos contra menores de edad, encubrimiento de los responsables, escándalos de corrupción en el Banco Vaticano y otras joyitas también ocurridas en la Iglesia Chilena, lo cual llevó a la clase política a alejarse de sus preceptos.

Ministra V/S ‘príncipe’

La respuesta de la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, a Chomalí con restregarle que la decisión del Gobierno no fue tomada “pensando en los príncipes de la Iglesia”, llevó a la reacción de varios parlamentarios de la derecha.

Los parlamentarios de derecha no apuntan a una defensa de lo valórico en sí mismo, sino que a la forma (lenguaje) usada por Orellana para responderle al cardenal Chomali.

La diputada Camila Flores (RN) dijo que a Orellana “no le importa la opinión de la mayoría de los chilenos. Ese tono tan violento y despectivo que ella tiene, viene a constatar la realidad, que a ellos no les importa la opinión de quienes no piensan como ellos”.

Incluso su cuestionamiento es que la secretaria de Estado siempre le habla a su nicho electoral “ese que bordea el 30%, a esa barra brava, que hagan lo que hagan, los siguen apoyando. No les importa la opinión de la mayoría de los chilenos, de aquellos que están en contra del aborto”.

Un regalo del Gobierno

Hay que consignar que Chomalí, en su homilía de Navidad, dijo que el retraso de la iniciativa “ha sido un regalo”, ante lo que Orellana replicó este jueves que “las decisiones que se toman no se toman pensando en los deseos de los príncipes de la iglesia, que es lo que significa ser un cardenal”.

En ese ámbito, Flores precisó que además de no respetar la opinión de los ciudadanos comunes y corrientes, tampoco les importa la de “aquellos que estamos en el Congreso, que en múltiples ocasiones hemos dicho no al aborto libre, pero ellos siguen insistiendo para desviar la atención, para poner este tema en el tapete y no discutir sobre las prioridades que realmente tenemos las mujeres y todas nuestras compatriotas en el país”.

A su vez, Paula Labra precisó que la “bajeza e ironía de los dichos de la ministra Orellana no están a la altura de un secretario de Estado”, agregando que esperaría que se centre “en discutir ideas, entregar fundamentos, pero no descalificar con faltas de respeto al Cardenal Chomali”.

Para la parlamentaria, “el gobierno debe ser respetuoso con la Iglesia, con su institucionalidad y, por ende, con la mayoría de chilenos que profesamos la religión católica”.

Finalmente, el diputado Eduardo Durán fue enfático en afirmar que “el gobierno no debe enviar ni este año, ni nunca, el proyecto de aborto, porque cualquier iniciativa que elimine la vida de un ser humano es destructiva. Estamos hablando de una persona con dignidad propia, un ser único e irrepetible, y no de un objeto desechable”.