Por: Gaspar Tagliati***
El reciente destape del caso “Hermosilla-Audios” gana titulares y se sitúa como el caso de corrupción -que hasta hoy- no tiene límites copando la agenda nacional.
La asombrosa arrogancia del interlocutor para intentar boicotear, influenciar o interferir en instituciones de la República, la desfachatez de los comentarios que son de una primitividad freudiana como la conversación en que se piden y ofrecen escort (ucranianas, polacas, argentinas) a supuestos funcionarios medios ávidos y asequibles de ser sobornados con sumas ínfimas en relación a la evasión a contribuir al erario nacional, se suma un video explícito de lujuria a bordo de un yate en mar bananero, todo muy cool en argot popular a partir de un día que todo parecía de un nivel de supuesta integridad pasa a otro donde la madeja se empieza a desenredar en tráfico de influencias con cohechos y prevaricaciones por doquier; tras mediática formalización de un hombre «notable» se remata con cautelar de prisión preventiva (peligro para la sociedad), algo impensado para alguien que presumía de un poder que ni el Papa tenía, un escándalo chabacano.
El audio en cuestión se viraliza velozmente en las redes sociales y comienza la investigación y el desplome como fichas de domino e impensadamente desde la institución teóricamente más proba del país la Excelentísima Corte Suprema y figuras públicas de un sector que figura dentro de sus principios la seriedad la circunspección y el conservadurismo y la rectitud a todo evento.
Todo lo anterior salpicado -en los chat revelados- de vulgaridades de quinceañeros demostrando su total desprecio por los aludidos que desnuda a una supuesta clase preparada con estándares mínimos de comportamiento social aunque sea en redes sociales, es decir un comportamiento tan flaite como el de los flaites que critican.
Quizás es el momento de preguntarse si el lenguaje coloquial entre amigos debiese ser siempre ídem y no ser tema de conversación aunque sea de un mal gusto y vulgaridad no antes calibrada para el vulgo; actualmente aparte de los audios y la incautación posterior del celular del abogado Hermosilla el tema se refiere a las conversaciones vía WhatsApp coloquiales y prosaicas que involucra otro abogado no uno cualquiera, sino que un ex fiscal de la República que ha participado en procesos icónicos incluido el extinto Presidente Piñera qué causan un impacto sin precedentes refiriéndose en forma despectivas y en extremo vulgares a personas y autoridades, como los dichos sobre la alcaldesa Evelyn Matthei o los comentarios sobre el alcalde Rodolfo Carter, haciendo trizas un principio básico ‘no se muerde la mano que te da de comer’.
El impacto para la ciudadanía que han provocado el contenido de los WhatsApp primitivos de los personajes en cuestión, no solo suscitan risas, molestia y comentarios; la problemática va más allá con la irremediable perdida de confianza y credibilidad de las instituciones involucradas sin duda un desprestigio tras un comportamiento indecoroso de quienes protagonizan comentarios sexuales misóginos y homofóbicos.
En resumen, desde el fondo y la forma es la degradación de instituciones y la política que suma la deshonestidad, la falta de respeto y una forma corrupción jamás vista en el país y que llamar a la reflexión nacional seria hacia donde va la nación.
***»Las opiniones emitidas por los columnistas e invitados, son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento o la línea editorial de Infogate”.