- Las celebraciones dieciocheras en entornos educativos no solo fomentan la identidad cultural, sino que también juegan un papel crucial en el desarrollo neuronal y emocional de los estudiantes.
En septiembre, el aire en Chile se llena de un entusiasmo especial. Las calles se adornan con banderas, las empanadas y los asados invaden los sentidos, y el sentimiento de identidad nacional se vive en cada rincón. Es un momento en que la cultura, la tradición y el orgullo de ser chileno se celebran con fervor, y las escuelas y jardines infantiles no son la excepción. Sin embargo, no siempre es fácil para los niños y adolescentes sumergirse en estas festividades, especialmente cuando se resisten a participar en los bailes y actividades propias de estas fechas.
Desde una perspectiva neurocientífica, el dieciocho representa una oportunidad única para el desarrollo integral de los jóvenes, impactando de manera significativa su autoconcepto, identidad cultural y habilidades sociales. Viviana Rada, Doctora en Educación, señala que «Las actividades culturales como las celebraciones patrias permiten a los estudiantes conectarse con su herencia cultural de manera tangible, fortaleciendo su sentido de pertenencia y autoidentidad».
La preparación de números artísticos, presentaciones y otras actividades colaborativas asociadas a éstas fechas no solo refuerza las relaciones interpersonales, sino que también estimula la formación de redes neuronales cruciales para el desarrollo cognitivo y emocional. «El trabajo en equipo y la superación de desafíos durante estas celebraciones crean un contexto propicio para el desarrollo de la confianza y la resiliencia en los jóvenes», añade Rada.
En la adolescencia, etapa clave para la búsqueda de identidad, estas actividades ofrecen un espacio valioso para el autoconocimiento y la autoexpresión. La interacción con pares en un contexto cultural significativo ayuda a los jóvenes a definir su lugar en la sociedad y a construir una imagen positiva de sí mismos. Las experiencias vividas durante estas celebraciones tienen el potencial de «anclarse» en el cerebro, creando conexiones neuronales duraderas. Al respecto, Rada subraya que «La repetición de estas experiencias fortalece la neuroplasticidad, lo que puede influir en las actitudes y comportamientos futuros de los estudiantes, fomentando valores como la perseverancia, el orgullo cultural y la colaboración».
Así, las Fiestas Patrias en el entorno educativo son mucho más que una tradición cultural; son una herramienta esencial para el desarrollo neuronal, emocional y social de los estudiantes. Es por ello que la experta concluye que tanto padres como educadores deben reconocer y aprovechar el potencial transformador de estas experiencias, asegurando que se conviertan en fuentes de crecimiento positivo y en la base de una identidad cultural sólida y equilibrada.
Al gestionar cuidadosamente estas vivencias, ayudamos a nuestros jóvenes a formar conexiones neuronales positivas que los prepararán para enfrentar los desafíos del futuro con confianza, empatía y un profundo sentido de pertenencia cultural.