Marcela Rivas Cerda, experta en urbanismo, comenta que este concepto es una oportunidad para repensar la forma en que vivimos, nos movemos y conectamos con nuestro entorno.
En la actualidad, existen distintos problemas que afectan a las ciudades modernas, siendo tres de los más frecuentes la congestión, la contaminación y una calidad de vida en declive.
Para intentar dar solución a estas problemáticas, en los últimos años el término “ciudades de 15 minutos” ha ganado popularidad entre los expertos en urbanismo. Pero, ¿a qué se refiere?
El concepto, creado por el urbanista franco-colombiano Carlos Moreno, afirma que las ciudades deberían organizarse de tal forma que, todos los servicios esenciales como trabajo, compras, educación, salud y ocio, estén a una distancia caminable o en bicicleta de no más de 15 minutos desde cualquier punto de la ciudad.
Esta propuesta ha captado la atención de alcaldes, urbanistas y defensores del medio ambiente en todo el mundo.
Marcela Rivas: ¿Por qué es relevante el modelo de la ciudad de 15 minutos?
En palabras de Marcela Rivas Cerda, abogada urbanista chilena, «las ciudades de 15 minutos no solo son una respuesta a la necesidad urgente de hacer nuestras urbes más habitables, sino también una oportunidad para repensar la forma en que vivimos, nos movemos y nos conectamos con nuestro entorno».
Rivas destaca que esta propuesta es una respuesta a la creciente urbanización global y la necesidad de crear espacios urbanos más saludables, sostenibles y resilientes.
El modelo de ciudad de 15 minutos promueve una visión policéntrica de la vida urbana, donde múltiples centros de actividad coexisten dentro de una misma ciudad, reduciendo la necesidad de largos desplazamientos y, por tanto, disminuyendo la dependencia de los automóviles.
En lugares como París, bajo el liderazgo de la alcaldesa Anne Hidalgo, esta idea ha sido adoptada con entusiasmo, reduciendo el número de estacionamientos para dar más espacio a áreas verdes y centros comunitarios.
¿Qué beneficios tiene vivir en una ciudad con todo al alcance?
Uno de los beneficios más destacados de este modelo es la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Al disminuir la dependencia del transporte motorizado, se reduce la contaminación del aire, mejorando la calidad de vida de los ciudadanos. Según estudios recientes, ciudades como Barcelona han experimentado un descenso significativo en el tráfico motorizado gracias a la implementación de «supermanzanas», que priorizan el espacio para peatones y ciclistas.
Además, las ciudades de 15 minutos fomentan una mayor cohesión social y un sentido de pertenencia entre los residentes. «Cuando las personas viven cerca de sus trabajos, escuelas y espacios de ocio, se crean comunidades más fuertes y conectadas», explica Marcela Rivas. «Esto puede llevar a una mayor participación ciudadana y a un sentimiento de orgullo y cuidado por el propio entorno», agrega.
Sin embargo, este enfoque también presenta desafíos. En ciudades donde la segregación socioeconómica es marcada, la implementación de este modelo requiere un enfoque cuidadoso para garantizar que todos los barrios, independientemente de su nivel de ingresos, cuenten con los mismos servicios y oportunidades.
Desafíos y críticas al modelo de la ciudad de 15 minutos
No todos están convencidos de que las ciudades de 15 minutos sean la panacea para los problemas urbanos. Existen críticas que señalan que este modelo podría incrementar la segregación social, ya que las personas de bajos ingresos podrían verse obligadas a vivir en áreas con menos servicios de calidad.
Para abordar este problema, Rivas sugiere que «es crucial que las políticas urbanas aseguren una distribución equitativa de servicios y oportunidades en todos los barrios, lo que implica una inversión significativa en infraestructura pública, vivienda asequible y espacios verdes».
En algunos lugares, como Oxford en el Reino Unido, el concepto de la ciudad de 15 minutos ha desencadenado controversias y teorías de conspiración. Críticos argumentan que las restricciones al tráfico y la reestructuración de barrios podrían limitar la libertad de movimiento de los ciudadanos y favorecer a ciertos grupos sociales sobre otros.
Hacia un futuro urbano más humano
A pesar de las críticas, muchas ciudades ya están avanzando en la implementación de este modelo. Melbourne, Portland, Bogotá y Shanghái son ejemplos de cómo diferentes enfoques locales están adaptando el concepto para satisfacer las necesidades y características de sus poblaciones.
Desde las “supermanzanas” de Barcelona hasta los barrios de 20 minutos de Portland, el concepto de proximidad urbana sigue evolucionando, demostrando ser flexible y adaptable a diferentes contextos.
«El desafío está en cómo equilibrar la equidad social con la sostenibilidad y la habitabilidad», comenta Rivas. «Las ciudades de 15 minutos ofrecen una nueva forma de entender la vida urbana, una que prioriza a las personas sobre los automóviles y promueve una mayor conexión con el entorno local», enfatiza.
Este enfoque, en última instancia, no es solo una cuestión de urbanismo, sino una transformación cultural que redefine cómo vivimos nuestras vidas cotidianas. Como dice Marcela Rivas Cerda, «no se trata simplemente de mover menos, sino de vivir mejor, con mayor calidad de vida, seguridad y bienestar para todos».
Acerca de Marcela Rivas Cerda
Marcela Rivas Cerda es una abogada chilena con una destacada carrera en derecho urbanístico. Ha desempeñado roles clave en la administración pública, particularmente en el Ministerio de Vivienda, donde ha sido responsable de fortalecer los procesos jurídicos y establecer nuevas normativas para mejorar su gestión.
Marcela se ha enfocado en impulsar la planificación de ciudades más justas y eficientes, convencida de que una adecuada distribución espacial puede reducir las desigualdades sociales. Su labor se caracteriza por un enfoque integral, combinando su experiencia en la gestión pública con una firme convicción en la necesidad de crear entornos urbanos inclusivos y sostenibles.
