lunes, octubre 28, 2024

Estas son las canciones que nos hacen bailar según la ciencia

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  • Es algo que todos hemos experimentado: escuchar una canción en la radio, en el auto o en una discoteca y sentir la necesidad de movernos al ritmo. Este impulso, conocido como groove, es un fenómeno común, aunque las razones detrás de esta reacción no siempre han sido claras.

Recientemente, investigaciones han comenzado a aclarar los mecanismos que nos llevan a responder de esta manera ante ciertas canciones. Los estudios sugieren que el secreto está en la estructura rítmica de la música, especialmente en el grado de sincopación.

Un equipo de científicos en Francia ha desvelado un misterio fascinante sobre la música: ¿por qué algunas melodías nos provocan un deseo irresistible de bailar?  Esta pregunta no tuvo una respuesta clara, pero un estudio reciente, liderado por el neurocientífico cognitivo Benjamin Morillon de la Universidad de Aix-Marsella, ha arrojado luz sobre el asunto.

La investigación se enfoca en la «experiencia de groove«, que describe la necesidad casi automática de moverse al ritmo de ciertas canciones. Según Alejandro Amon, experto en sonido de Blik, este impulso está estrechamente relacionado con la sincopación, patrones rítmicos donde los acentos se colocan en momentos inesperados, rompiendo la regularidad del ritmo. Esta técnica compositiva puede tener un impacto significativo en la respuesta física..

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores realizaron experimentos con más de 60 participantes, exponiéndolos a 12 melodías diferentes que variaban en su nivel de sincopación. Las melodías tenían ritmos de aproximadamente dos eventos por segundo, y los participantes evaluaron su deseo de bailar con cada una de ellas.

“Las melodías que más motivaban a los participantes a bailar tenían un nivel moderado de sincopación, lo que provocaba un deseo casi inevitable de moverse al ritmo de la música”, señala Amon. Así, los expertos concluyeron que el deseo de bailar no es provocado por ritmos regulares, sino por aquellos que tienen una previsibilidad rítmica moderada.

Para entender mejor cómo el cerebro convierte la música en movimiento, Morillon y su equipo midieron la actividad cerebral de 29 personas utilizando magnetoencefalografía mientras escuchaban música.

Descubrieron que la corteza auditiva del cerebro, responsable de procesar los sonidos, sigue principalmente el ritmo de la melodía. Por otro lado, “la vía auditiva dorsal, que conecta la corteza auditiva con las áreas de movimiento, se sincroniza con el ritmo básico de la música. Los investigadores creen que este impulso de bailar, o groove, se origina en esta vía auditiva dorsal, que luego envía señales a las áreas motoras del cerebro, provocando el movimiento”, aclara Amon. 

Además, el estudio empleó modelos matemáticos para representar sus hallazgos, mostrando una curva en forma de U invertida, donde el mayor deseo de moverse se encontraba en un nivel medio de previsibilidad rítmica. Este modelo sugiere que cuando la sincopación es moderada, nuestro cerebro es capaz de captar el ritmo periódico de las melodías, lo que facilita el movimiento rítmico.

Este conocimiento no solo ayuda a entender mejor cómo la música afecta el comportamiento, sino que también podría tener aplicaciones en el campo de la terapia musical, especialmente en el tratamiento de trastornos del movimiento como el Parkinson. “Además, podría influir en la creación de experiencias musicales más atractivas en distintos contextos, desde la industria del entretenimiento hasta programas de ejercicio y bienestar”, finaliza el experto. 

Finalmente, te compartimos una lista de reproducción con canciones que tienen un groove destacado.

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