domingo, diciembre 22, 2024

«Construcción naval no es solo tarea de Asmar sino que se debe enfrentar con toda la industria naval del país»

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Los desafíos de la Política de Construcción Naval continua, la incorporación de toda la industria nacional del ramo, los avances en investigación, desarrollo e integración de productos locales, el impacto logrado por el proyecto del rompehielos «Almirante Viel» y el avance de Escotillón IV fueron los principales tópicos que abordó el director general de los Servicios de la Armada de Chile, vicealmirante Leonardo Chávez, con el programa «Las Cartas sobre la Mesa» de Infogate.

La autoridad naval destacó que «tenemos un plan de construcción naval continuo que está en desarrollo. La Armada, a través de Asmar, viene construyendo hace más de 60 años sus buques, principalmente del ámbito logístico y la gran mayoría que de los buques que hacen patrullaje marítimo, que patrullan la Zona Económica exclusiva, los que hacen la interconectividad en el área austral, son buques construidos (mayoritariamente) en nuestro país».

«Hemos estado construyendo buques de forma continua, construimos el Aquiles, las barcazas; posteriormente pasamos a hacer buques un poco más sofisticados como los Patrulleros de Servicios Generales (PSG), después los Patrulleros Oceánicos como el «Piloto Pardo», el «Fuentealba», el «Odger», que son buques mayores. Y nos dimos cuenta que íbamos adquiriendo una capacidad que era bastante importante», añadió.

Sin embargo, reconoció que «también nos dimos cuenta que teníamos problemas graves, como que se planificaba la construcción de 2-3 buques necesarios pero las finanzas no eran suficientes», lo que también desembocaba en mantener una capacidad reservada en Asmar ociosa».

Para la institución este plan de construcción no podía dejar de obedecer a una continuidad, por ejemplo, que a 20 años siempre se estarían construyendo buques, lo que implica mantener al equipo de trabajo del astillero, e infraestructura que no podía adquirirse pensando en un solo proyecto.

«Ahí nos dimos cuenta que este plan de construcción que Asmar tiene hace 60 años, tenía que obedecer a una planificación que le diera una continuidad en el tiempo, y que la gente que se capacitara también fuera parte de esos proyectos de continuidad», subrayó.

En este contexto, indicó que «lo otro que también nos dimos cuenta, y que experimentamos, es que debía ser un esfuerzo de alcance nacional, porque Asmar no tiene la capacidad (por si solo) de construir todos los buques que la Armada necesita. Nosotros tenemos cerca de 100 buques (unidades flotantes) a lo largo de todo el territorio que cumple con una serie de actividades y que era necesario ir reemplazando. Esto nos hizo pensar que no era una tarea solo de Asmar, sino que debíamos enfrentar junto con el resto de la industria naviera de nuestro país, por ejemplo los que construyen en Valdivia, los que están construyendo en Puerto Montt, los que lo están haciendo de alguna manera en Arica. Toda esa gente tenía que ser parte de este plan. Así nos dimos cuenta que no era solamente un Plan de Construcción Naval, sino que tenía que ser también un Plan Nacional de Construcción Naval Continua«.

«De ahí hablamos con el nivel político de Defensa, y les dijimos que esto debía ser asumido a nivel país, que iba a influir no solamente en la Armada sino que va a influir a una serie de empresas dedicadas al rubro. Hablamos con ellos y lo que necesitábamos más que una plan nacional era una Política, y esa la dan los estados y por eso involucramos al Gobierno. Y el Gobierno, con muy buena predisposición, tanto en el ámbito de Economía como Defensa, se allanaron a que los ayudáramos a construir una Política Nacional de Construcción Naval. Y así llegamos a esta política, que el Almirante (Juan Andrés) De la Maza se la presentó al Presidente y éste lo incorporó primero en su cuenta pública de junio y, posteriormente, en el lanzamiento del rompehielos («Almirante Viel»)», acotó el director general de los Servicios.

Escotillón IV

En el marco del proceso constructivo de Asmar en los últimos años, la Armada asumió que los los buques encargados de la conectividad como el «Aquiles» o las barcazas (las clase Batral «Rancagua» y «Chacabuco») con su capacidad de carga o el propio «Sargento Aldea» como buque hospital, debían ser reemplazados en corto tiempo. «Son buques que tienen 40 años», acotó el vicealmirante Chávez, recalcando que en su estado, las reparaciones ya entran en una curva de costo que los hace más caros que un buque nuevo, revelando para la institución que los reemplazos de las cuatro unidades debía producirse entre los próximos 8 a 10 años.

Así nació el proyecto Escotillón, y el IV es por la cantidad de unidades que deben ser reemplazadas prioritariamente.

«Construimos un proyecto que básicamente es un diseño internacional que fuimos a comprar (…) que tiene una combinación de todas las cosas que necesitamos: capacidad de poder llegar a Juan Fernández e isla de Pascua, capacidad de poder llevar cierta carga, y también el poder transportar nuestra fuerza anfibia en caso de conflicto», explicó.

Detalló además que actualmente se tiene el financiamiento aprobado para las dos primeras unidades cuya construcción ya se inició, una vez fue lanzado al mar el rompehielos «Viel». Así, además, queda reflejado uno de los aspectos relevantes de la construcción continua como es que el personal que trabajó en esta unidad comenzó a trabajar de inmediato en las nuevas unidades.

En este contexto, destacó también que uno de los grandes objetivos de la Política Nacional de Construcción Naval continua es el desarrollo de la industria del país, «de manera que la inversión que haga el Estado en estos buques ojalá que la mayor parte quede en territorio nacional».

Puso como ejemplo la construcción del rompehielos «Viel», caso en el que destacó que el 57% de la inversión (de un total poco superior a los US$ 200 millones) quedó en el país: «quedó en mano de obra, quedó en capacitación y quedó también en desarrollo nacional. Por ejemplo, los tableros eléctricos fueron construidos íntegramente por una empresa local». A eso se añade también sistemas de seguridad de incendio, inundación y alarma, entre otros, además de buena parte de los sistemas de control.

«¿Qué es lo que estábamos buscando nosotros? Que esas empresas nacionales se comprometan en esta política de construcción, que inviertan (…) Nuestro sueño es que esa brecha de 43% que existe en esos recursos que se van afuera en la compra de los motores, equipos de navegación, etcétera, queden en Chile«, subrayó.

Dio a conocer seguidamente que «nosotros estamos desarrollando equipos de navegación con tecnología propia, con la idea de que queden incorporados en estos proyectos que tenemos a futuro. Y no solo eso, sino que también sistemas que son un poco más complejos (…) y que son institucionales». Todo ello con la idea de no tener que acudir a otros países, «si no que esa tecnología que ya hemos desarrollado y que ya fue incorporada por el «Viel» se replique acá y que ojalá ese 43% lo podamos disminuir un 20% más. Hay cosas que no vamos a poder hacer, seguramente no vamos a poder competir con una empresa, por ejemplo, como Caterpillar en la construcción de generadores y motores, pero sí en lo que podemos competir es en la integración de esos motores, sistemas de seguridad, sistemas electrónicos, radares, sistemas de control de fuego, todo eso lo hemos ido desarrollando y creo que estamos lo bastante maduros para poder colocarlo en los buques que tenemos».

El director general de los Servicios de la Armada hizo hincapié en que, teniendo en mente a futuro la decisión de construir los buques de combate de la Escuadra, «esta es la forma. Claro, a lo mejor no somos capaces de desarrollar todavía un misil o un sistema de armas, pero seguramente a futuro vamos a ser capaces de hacerlo sin ningún problema. Y la idea es poder experimentar, desarrollar en esta plataforma y, posteriormente, incorporar«.

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