Por: Hugo Harvey Doctor en Estudios Internacionales y académico investigador Facom, Universidad de Las Américas
Hace 142 años se libró el Combate de La Concepción, uno de los episodios más épicos de la Guerra del Pacífico y de la historia militar nacional e internacional. Setenta y siete soldados de la 4ª Compañía del Batallón Chacabuco, liderados por el teniente Ignacio Carrera Pinto, defendieron heroicamente su posición ante un contingente de 300 soldados y 1.500 guerrilleros peruanos, entendiendo que solo les esperaba la muerte, pero con la convicción de que los chilenos no se rinden.
Estos soldados, la mayoría apenas superando la adolescencia, demostraron valentía y compromiso con su país, trascendiendo en el tiempo. El coronel peruano, Juan Gastó, les conminó a deponer las armas, pero a pesar de la abrumadora superioridad numérica, prefirieron luchar hasta el último aliento. Carrera Pinto, descendiente del prócer de la independencia, José Miguel Carrera, expresó con firmeza en su respuesta: «ni como chileno ni como descendiente de aquél deben intimidarme ni el número de sus tropas ni las amenazas de rigor». Este acto de coraje y honor subraya el espíritu indomable de aquellos jóvenes.
La gesta de La Concepción es un poderoso ejemplo de sacrificio y entrega, que inspira a actuar con firmeza y compromiso hacia principios y convicciones, frente a las adversidades propias de la vida cotidiana. Estos jóvenes, conscientes de la muerte que les aguardaba, decidieron actuar con dignidad y lealtad a su patria, dejando un legado de heroísmo digno de ser honrado y recordado.
Es así como este año, al igual que cada 9 de julio, los nuevos soldados jurarán rendir la vida por su bandera frente a las autoridades del país, manteniendo viva la memoria de los 77 chacabucanos que con su sangre escribieron de manera indeleble una página inmortal de la historia de Chile. Así también, los exsoldados que alguna vez vistieron el glorioso uniforme de la patria, renuevan sus votos de manera silenciosa, junto con ofrecer ese mismo esfuerzo donde se encuentren, con integridad y valentía, intentando prestigiar a su Ejército desde otras esferas.
Para la juventud de hoy y para todos los chilenos, este combate ofrece lecciones invaluables. En tiempos de paz, la valentía y el sacrificio no se manifiestan en el campo de batalla, sino en el trabajo abnegado y en renunciar a los propios intereses en beneficio de un bien superior, como la construcción de una nación justa, solidaria y que mire al futuro de manera unida. Asimismo, cabe destacar que la dedicación y la entrega no siempre tienen reconocimiento inmediato, sino que sus frutos serán evaluados por las generaciones venideras.