Sin duda que uno de los anuncios más importantes en la cuenta anual del Presidente Gabriel Boric fue la “Política de Construcción Naval” que se complementaría con el “Plan Nacional Continuo de Construcción Naval (PNCCN)” que ya había trabajado la Armada de Chile y se estaba concretando en que al lanzar el rompehielos Almirante Viel, se siguió construyendo dos navíos de transporte logísticos, proyecto que se denomina Escotillón IV.
El objetivo de la Armada es poder contar con 4 buques del proyecto Escotillón IV, que serán similares al HMNZS Canterbury de la Armada de Nueva Zelandia y podrá proyectar a Chile en el Pacífico Sur y Antártica, dado que también tendrán un casco polar que permitiría operaciones antárticas durante el verano.
Un plan de construcción naval que no solamente aportaría a una transferencia de tecnología y aumento de capacidades industriales en Chile sino que sería parte de una estrategia de integración a largo plazo con países que tienen visiones e intereses similares a Chile como Nueva Zelandia.
Pero como el nombre de la iniciativa cambió a “política nacional” también se deberá considerar una alianza con armadores y astilleros nacionales, sobre todo durante un periodo en que se está tratando de modificar la Ley de Cabotaje.
Sin duda que está en el interés del Estado tener armadores nacionales con flotas de buques eficientes que sean un aporte al desarrollo de Chile, pero también se da la paradoja que empresas navieras extranjeras ofrecen mejores servicios y están verdaderamente comprometidas con Chile haciendo cuantiosas inversiones que empresas chilenas no han hecho.
Un ejemplo claro de ello es Royal Caribbean, quien a través de su marca “Silversea” trasladó toda su flota antártica desde Ushuaia a Puerto Williams, y actualmente está invirtiendo varios millones de dólares en un Hotel de cinco estrellas de más de 150 habitaciones.
Y aparte de esas cuantiosas inversiones también ofrecen cruceros inéditos que posicionan a Chile a nivel internacional como el que tienen planificado para Noviembre de este año entre Valparaíso y Puerto Williams.
Esto contrasta fuertemente con una empresa armadora nacional, que tiene cruceros que hacen la ruta por los fiordos australes y el Cabo de Hornos, pero que desde hace varios años no atraca en Puerto Williams. En todo caso esa empresa si ha incentivado fuertemente la industria nacional de construcción naval, dado que todos sus cruceros turísticos fueron construidos en Chile, en los astilleros de ASENAV en Valdivia.
Además, dos de sus cruceros fueron vendidos a armadores extranjeros como Hurtigruten y Lindblad (NatGeo) que los operan en las islas Galápagos en Ecuador.
Por tal razón las cosas no son blancas y negras, y la política de construcción nacional debe tener una visión integral de mejorar los servicios navieros de los armadores nacionales y también desarrollar los astilleros nacionales, pero a su vez también aportar al desarrollo local de lugares aislados como Puerto Williams.
Se necesita una visión más estratégica, apalancada en esta nueva “política nacional”.