Por: Alex Siles, especialista en compliance y CEO de Snap Compliance.
En el contexto de crisis de seguridad que vive el mundo, las listas de sanciones internacionales toman cada vez mayor valor y relevancia, el poder determinar si un tercero, ya sea un cliente, empleado, proveedor o socio está dentro de estas listas puede ahorrarnos muchos miles de dólares a nuestra organización y sobre todo mantener nuestra empresa segura y acorde a los estándares éticos y de cumplimiento normativo.
Actualmente, la identificación de actividades ilícitas o de riesgo se ha vuelto cada vez más compleja. Este mundo globalizado e interconectado ha provocado un exceso de información que supera los límites de vigilancia y dificulta la tarea de detectar posibles actos fuera de la legalidad. Por lo mismo, los gobiernos y organismos internacionales se han preocupado de establecer estas listas con el objetivo de impedir actividades criminales que puedan contribuir a la inestabilidad global y poner en peligro la seguridad de las personas y organizaciones.
Se debe considerar que es responsabilidad de las empresas evitar involucrarse en operaciones con individuos o entidades sancionadas. Deben ser conscientes de que el mundo empresarial actual está en constante avance tecnológico y que las nuevas tecnologías pueden ser utilizadas tanto para promover como para amenazar su seguridad.
El faltar a esta responsabilidad de las empresas y no tener procesos de debida diligencia que contenga la verificación en las listas de sanciones puede ocasionar varios problemas para las organizaciones, entre los que podemos mencionar son: Sanciones Financieras, Problemas de Reputación, Pérdida de Oportunidades Comerciales, Riesgo de Congelamiento de Activos, Dificultades de Acceso a Mercados Internacionales, entre otros.
De ahí lo fundamental de que las organizaciones se adhieran a mecanismos de verificación de estos registros. Esto permitirá que establezcan conexiones comerciales sólidas y perdurables y, que al mismo tiempo, cumplan con estándares de regulación tanto nacionales como internacionales. Gracias a estas acciones, se vela por mantener la transparencia y la integridad, valores que deben ser protegidos a través de medidas que garanticen su resguardo.
Al mismo tiempo, esto supone una importante contribución a los organismos reguladores del cumplimiento normativo en cada país, ya que no solo se agiliza su trabajo, sino que también se fortalece la confianza depositada en empresas que cuentan con registros actualizados y seguros. Al fin y al cabo, son sus representantes en las operaciones comerciales internacionales, por lo que cada acción que permite mejorar la percepción global de cada país es siempre valorada y respetada.
En definitiva, el desafío está en demostrar el compromiso con la ley cumpliendo con los estándares éticos y legales establecidos. Por lo mismo, se debe dar prioridad a estos mecanismos de verificación y automatizarlos en los sistemas en caso de ser necesario. Hoy, es imperante utilizar las herramientas tecnológicas para resguardar las relaciones comerciales y reputación en la industria y así prevenir delitos como la corrupción y el lavado de activos.