Nada que hacer con Chile, un país que se cree top, que se creyó el falso cuento del ‘jaguar’ de Latinoamérica, que se ufana de una democracia que sigue en manos de grupúsculos entrelazados de izquierda y derecha y con sistemas de garantías para los jerarcas del Estado que ni siquiera los países ricos mantienen, como el Congreso y el Poder Judicial.
Chile tiene uno de los parlamentos más caros del mundo, asesores gubernamentales que ganan más que los ministros en algunos casos, casas y vehículos fiscales a destajo, pero lo que molesta a la ciudadanía que en momentos de crisis y miseria como los que vive el país, los Ministros Jueces de la República se den el lujo de cambiar sus estatales por una flota de autos considerados de lujo que le costarán al Estado y con los impuestos de todos más de $1.200 millones, que equivalen a 120 casas prefabricadas de 66 metros cuadrados.