Durante las últimas dos décadas, en Chile se ha evaluado la pobreza infantil a partir de la identificación de niñas, niños y adolescentes (de 0 a 17 años) que viven en hogares cuyos ingresos no alcanzan para cubrir las necesidades básicas de sus miembros. La herramienta empleada para llevar a cabo esta medición es la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen), la cual es mandatada por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia.
Los resultados de su edición más reciente, entregados en junio de 2023, revelan que Chile aún enfrenta significativas tasas de pobreza infantil. Aunque ha disminuido la cantidad de niñas, niños y adolescentes que viven en esta situación, actualmente persiste una cifra cercana al medio millón (468.258) que carece de los recursos financieros mínimos para alcanzar un nivel de desarrollo y bienestar adecuado.
Actualmente, se considera que la Casen representa una medición insuficiente de la pobreza yu naturaleza multidimensional, la cual puede manifestarse a través de carencias en diversos ámbitos o dimensiones, como la salud, educación o condiciones de habitabilidad, y no exclusivamente como ingresos por debajo de un umbral determinado.
No obstante, a la fecha , Chile no cuenta con una medición multidimensional que recopile datos sobre las necesidades y características particulares de este rango etario, limitándose a evaluar únicamente las condiciones de los hogares en los que residen. Esta evaluación se lleva a cabo a partir del informante clave del hogar, mayor de 18 años, considerando las siguientes variables: educación (1), salud (2), trabajo y seguridad social (3), vivienda y entorno (4), y redes y cohesión social (5).
Aun considerando estas limitaciones, las estimaciones basadas en la Encuesta Casen 2022 sostienen que la cifra de niñas, niños y adolescentes en situación de pobreza multidimensional se eleva a más de 800 mil (807.727).
Existen variables en Chile que incrementan la probabilidad de que menores de 17 años vivan en situación de pobreza. De hecho, la encuesta Casen 2022 revela la existencia de grupos específicos con una mayor prevalencia de pobreza y pobreza extrema; quienes pertenecen a pueblos indígenas, la niñez migrante y aquellos que residen en regiones.
En 2015, el porcentaje de niñas, niños y adolescentes en situación de pobreza era del 20% para quienes pertenecían a algún pueblo indígena, en comparación con el 16,3% para aquellos que no pertenecían. Para 2017, ambos porcentajes disminuyeron: 9,1% para no pertenecientes a pueblos indígenas y 10,8% para quienes sí. No obstante, la tendencia persistía. Aunque hubo un aumento en 2020 y se experimentó una leve disminución en 2022; la tendencia general no varió.
Por otro lado, el lugar de nacimiento ya sea en Chile o en el extranjero, también emerge como un factor determinante en la pobreza infantil. Según la Encuesta Casen, se evidencia que, entre las niñas, niños y adolescentes de nacionalidad extranjera, la incidencia de la pobreza por ingresos es significativamente mayor. Este fenómeno indudablemente ha evolucionado en sintonía con el crecimiento de la población migrante, lo que subraya la necesidad de implementar medidas de apoyo específicas para sus familias y comunidades.
La Casen revela que, de los 4.445.850 niños y adolescentes en Chile, 4.1 millones son chilenos. De este grupo, el 10% vive en condiciones de pobreza de ingreso, incluyendo tanto la pobreza extrema como la no extrema. Por otro lado, entre los 296.603 niños y adolescentes extranjeros residentes en Chile, un 17.7% enfrenta situaciones de pobreza.
Esta tasa de pobreza en la población infantil y adolescente migrante es notablemente más alta en comparación con sus pares chilenos, con un 17.7% frente a un 10%. Esto significa que 52.536 niños y adolescentes extranjeros, junto con 8.464 con doble nacionalidad (chilena y otra), viven en condiciones de pobreza de ingreso. A pesar de que Casen indica una disminución general en la tasa de pobreza dentro de este grupo etario, la brecha entre migrantes y nacionales chilenos sigue siendo significativa.
En definitiva, el análisis expone el preocupante panorama de la pobreza infantil en Chile, evidenciando desafíos pendientes. Ya que, aunque se observa una disminución general, los datos reflejan la importancia de abordar la pobreza infantil desde una perspectiva multidimensional, reconociendo que las necesidades de los niños y adolescentes van más allá de los ingresos económicos. Asimismo, subrayan la urgencia de implementar estrategias que consideren las particularidades de los grupos más vulnerables, como la población migrante y los pueblos indígenas, considerando que la persistencia de una brecha significativa entre menores chilenos y migrantes pone de manifiesto la necesidad de políticas más inclusivas y efectivas. Solo a través de un enfoque integral y comprometido, Chile podrá asegurar el bienestar y desarrollo pleno de todos sus niñas, niños y adolescentes, construyendo así un futuro más justo y equitativo para las próximas generaciones.