Por: Arnaldo Canales, Director Ejecutivo, Fundación Liderazgo Chile
En estos días de celebraciones es habitual que los compromisos pactados muchas veces se queden en una buena declaración de intenciones que nunca logra concretarse. Frases como «nos vemos», «en eso quedamos», «te llamo», «coordinamos» y «luego lo vemos” a menudo son promesas destinadas a disiparse en el viento… expresiones que son repetidas por nuestros seres queridos y que revelan una realidad incómoda: la falta de seriedad en los compromisos pactados.
En una sociedad que valora la puntualidad y donde los compromisos son esenciales para construir relaciones sólidas, estas palabras deberían tener un peso significativo. Sin embargo, en una cultura caracterizada por la postergación, el incumplimiento de los acuerdos no es simplemente un descuido, sino más bien un reflejo de la falta de responsabilidad emocional en las relaciones y obligaciones.
Esta falta de seriedad en los compromisos no solo afecta nuestras relaciones y la confianza en la sociedad, sino que también tiene un profundo impacto emocional que deriva en sentimientos de inseguridad, decepción y frustración, lo que en última instancia puede conducir a una sociedad menos cohesionada, más distante y desconfiada, exacerbando la creciente sensación de soledad que nos afecta.
La solución a esta problemática no es simplemente dejar de utilizar estas frases vacías, sino revalorizar la importancia de la palabra dada y comprometernos emocionalmente con lo que expresamos. Es preferible decir «no quiero» o «no puedo» en lugar de engañarnos y actuar de manera hipócrita por temor a ser políticamente correctos.
En un país afectado por la crisis de confianza, es hora de reflexionar sobre la seriedad de nuestros compromisos verbales y emocionales. Las palabras deben tener significado, y los compromisos deben ser cumplidos. Solo entonces podremos edificar una sociedad más sólida y relaciones más auténticas. Qué dirás entonces ¿Hacemos un asado?