Ante esta situación, es normal pensar que es prácticamente imposible lograr un crédito hipotecario con los bancos y entidades financieras tradicionales, pero también existen otras opciones que pueden dar una grata sorpresa.
Con bajo sueldo, contrato a honorarios y cero ahorros. Así se encontraba Isaac Arancibia a mediados del año pasado cuando pensó en la loca idea de tener una vivienda propia.
Sin mucha esperanza, comenzó a preguntar banco por banco de qué manera podría optar a financiar esta titánica tarea, donde, de acuerdo a sus palabras, “me cerraron las puertas”.
Complicado por tener que seguir pagando arriendo luego de casi una década haciéndolo, su sueño de tener una vivienda propia junto a su pareja María José y su hijo de 8 años se veía cada vez más lejano, hasta que un día recibió una llamada esperanzadora: un ejecutivo de una Fintech lo contactó para ver la posibilidad de cumplir el anhelo familiar.
No tenía grandes expectativas, pero de a poco se fue dando cuenta que podía lograrlo, y hace un mes ya recibió su casa en Curanilahue, lugar donde ejerce labores en el hospital de la comuna al igual que su pareja.
“Fua una alegría tremenda recibir mi casa, porque no me lo esperaba, sobre todo con mi sueldo y mi tipo de contrato”, asegura Isaac. Pero, según cuenta, “de no tener ninguna opción para optar a un hipotecario, me contacta un ejecutivo de Creditú, que me acompañó hasta el final cuando firmé la escritura”.
De acuerdo a Isaac, el ejecutivo “se la jugó, porque mi sueldo no me alcanzaba para cubrir la mitad que no cubría el subsidio del Estado, y además debía pagar un pie y en ese momento no tenía ahorros, menos con esa alta suma de dinero”.
El no tener ahorro para pagar el pie no fue impedimento. Según cuenta el también estudiante de enfermería, “el ejecutivo hizo una reevaluación y permitió que pudiera optar al hipotecario sin pagar el pie”.
La poca fe que tenía Isaac también tenía una razón de ser: hacía poco había pedido un crédito de consumo de $2 millones de pesos en un banco para comprar una moto, el que no le otorgaron por ser cliente de riesgo. “Imagina si no tengo la posibilidad de $2 millones, menos va a ser para una casa”, pensó.
Pero postuló al subsidio, con más ganas que fe, “y Creditú me salvó”. Esto porque no le cerraron las puertas, así como también “me dieron la opción y oportunidad”.
Hoy Isaac, de 33 años, tiene un hipotecario a 30 años plazo. Si bien es harto tiempo, asegura que “no me duele la guata pagar el crédito hipotecario porque es mi casa, es muy distinto a lo que estábamos haciendo muchos años que es pagar un arriendo; no me duele porque estoy invirtiendo, es un bien raíz que a futuro nos va a servir”.
¿Qué le dirías a las personas que hoy están en la misma situación que tú hace un año?
Les diría que los bancos no son lo único, que busquen otras opciones, que lo conversen, que no bajen los brazos. Yo no conocía esta opción y me cayó del cielo, y fue un milagro para mí en mi condición.
Le recomendaría a la gente que la busquen, ya que dan oportunidades, que son cercanos, y me dieron siempre la confianza para seguir el proceso.