El presidente de Rusia, Vladimir Putin, este lunes, a través de una cadena nacional se refirió al intento de motín del 24 de junio por los líderes de ejército privado Wagner, el cual reproducimos íntegramente:
«Hoy me dirijo una vez más a los ciudadanos de Rusia. Gracias por su moderación, cohesión y patriotismo. Esta solidaridad cívica demuestra que cualquier chantaje, cualquier intento de provocar una agitación interna está condenado al fracaso.
Repito: la sociedad y los poderes ejecutivo y legislativo del gobierno en todos los niveles mostraron una alta consolidación. Las organizaciones públicas, las denominaciones religiosas, los principales partidos políticos y, de hecho, toda la sociedad rusa mantuvieron una línea firme, asumiendo una posición explícita de apoyo al orden constitucional. Lo principal, la responsabilidad por el destino de la Patria, ha unido a todos, ha unido a nuestro pueblo.
Hago hincapié en que todas las decisiones necesarias para neutralizar la amenaza surgida y proteger el sistema constitucional, la vida y la seguridad de nuestros ciudadanos se tomaron de manera instantánea, desde el mismo comienzo de los hechos.
Un motín armado habría sido suprimido en cualquier caso. Los conspiradores de motines, a pesar de la pérdida de adecuación, estaban obligados a darse cuenta de eso. Entendieron todo, incluido el hecho de que sus acciones eran de naturaleza criminal, destinadas a polarizar a las personas y debilitar al país, que actualmente se enfrenta a una enorme amenaza externa y una presión externa sin precedentes. Hicieron esto en un momento en que nuestros camaradas están muriendo en el frente con las palabras «¡Ni un paso atrás!»
Sin embargo, habiendo traicionado a su país ya su pueblo, los líderes de este motín también traicionaron a aquellos a quienes involucraron en su crimen. Les mintieron, los empujaron a la muerte, los atacaron, los obligaron a disparar a su gente.
Era exactamente este resultado, el fratricidio, lo que los enemigos de Rusia, los neonazis en Kiev, sus patrocinadores occidentales y otros traidores nacionales, querían ver. Querían que los soldados rusos se mataran unos a otros; querían que murieran militares y civiles; querían que Rusia perdiera eventualmente, y que nuestra sociedad se desintegrara y pereciera en una sangrienta disputa.
Se frotaban las manos y soñaban con vengarse de sus fracasos en el frente y en el curso de la llamada contraofensiva, pero calcularon mal».