● Creada como un espacio de tranquilidad en medio del ritmo estudiantil, esta instalación -realizada por una ex alumna de arquitectura UTEM- cuenta con muros de diversas texturas, leyendas en sistema Braille, entre otras propuestas sensoriales pensadas para estudiantes con neuro divergencias.
● La reciente promulgación de la Ley TEA entrega un nuevo contexto a iniciativas como la de este módulo, tendientes a crear espacios abiertos a toda la comunidad estudiantil, pero con foco en personas del espectro autista.
“Muchas veces, los estudiantes con neuro divergencias pueden sentirse agobiados por el ritmo de la educación universitaria, situación que les ocasiona estrés e -incluso- puede afectar su aprendizaje”, comenta Mitzi Riveros, arquitecta de la Universidad Tecnológica Metropolitana, UTEM. Esa es una de las razones principales que la impulsaron a desarrollar en su casa de estudios superiores el Espacio Sensorial de Autorregulación, estructura con perspectiva de diseño universal recientemente inaugurada en calle Dieciocho 136 (Santiago).
Allí, los estudiantes -en general y, especialmente, con neuro divergencia (personas con diagnósticos como dislexia, déficit atencional con o sin hiperactividad o pertenecientes al espectro autista, por ejemplo)-, pueden experimentar con colores, texturas, sistema Braille y pictogramas instalados en los muros del módulo, entre otras actividades, en un diseño que invita a la calma y la tranquilidad.
A pocos días de haber sido promulgada por el Gobierno la Ley TEA, para personas con trastorno del espectro austista, iniciativas como ésta dan visibilidad a una condición que afecta muchas personas en el país (1 de cada 51 niños, de acuerdo al estudio “Estimación de la prevalencia de trastorno del Espectro Autista en población urbana chilena, 2021); a su vez, tiene el foco de proveer de espacios aptos para generar mayor inclusión y apoyar en su desarrollo como estudiantes.
El espacio es una idea surgida cuando Riveros era estudiante de la Universidad Tecnológica Metropolitana, UTEM, y trabajaba como tutora en el área de Plan de Apoyo Estudiantil (PAES) de la universidad , instancia en la que prestaba apoyo directo a estudiantes con diversidad funcional, quienes no encontraban un lugar para descansar de acuerdo a sus necesidades.
Fiel a su convicción de que desde la arquitectura es posible aportar soluciones para los estudiantes en general -aunque pensando prioritariamente en jóvenes con neuro divergencias- de a poco fue dando forma al proyecto, al que se sumaron compañeros de su generación y algunos docentes con los cuales llegó al diseño final. Riveros destaca que para la realización del módulo -único a nivel universitario- fue muy importante el aporte del Fondo de Desarrollo Institucional -en su línea de Emprendimiento Estudiantil- entregado por la subsecretaría de Educación Superior del ministerio de Educación, siendo adjudicado cuando era estudiante regular de la UTEM.
Una experiencia sensorial para tranquilizar la mente
Al ingresar a la sala, lo primero que se encuentra es una leyenda, también disponible en sistema Braille, que explica la funcionalidad del módulo y de los espacios disponibles, lógica que se replica en los otros espacios interiores, apoyado con audio guías. En su habitación principal, la estructura techada deja abierto un espacio por donde entra luz natural y desde donde cuelga un columpio que da la sensación de “estar flotando en el mar”, según explica Mitzi Riveros.
Para llegar al diseño definitivo se realizaron varios “focus group” con estudiantes neuro divergentes a quienes se les presentó la estructura y se les hizo experimentar con colores y texturas con las que se sintieran cómodos/as y les aportaran tranquilidad. “Recabar esta información fue muy relevante porque, por ejemplo, no todos los colores proyectan las mismas sensaciones en las personas con neuro divergencias. Así fue como llegamos a la gama de azules, que fue una de las favoritas, ya que se asocia al mar o al cielo; así también los colores tierra, que se asocian a la naturaleza”, explica la arquitecta.
La estructura, construida por la propia profesional en madera de listones convencionales, tiene unas dimensiones de 3 metros de ancho por 2.5 metros de profundidad, con capacidad para dos personas simultáneamente: un estudiante y una persona tutora del PAES. Otra de las características es que no se intervino el edificio patrimonial que lo alberga, ya que es un módulo proyectado de manera autónoma, que cuenta también con un sistema eléctrico independiente y está hecho a base de paneles tipo mecano desmontables que -de ser necesario- permiten su desplazamiento a otros lugares.
Se espera que a principios de abril, la instalación comience a recibir a los alumnos de la UTEM que lo requieran, con horario de de 9.00 a 18.00 horas y su administración estará a cargo de los profesionales del PAES esta casa de estudios.
De acuerdo a Riveros, el aprendizaje obtenido en la realización de esta estructura le permitirá seguir generando nuevos proyectos relacionados con inclusión, en el que las personas con neuro divergencias interactúen con su entorno. “Espero llegar a nuevos proyectos de este tipo y -por cierto- sería muy interesante que otras instituciones de educación pudieran tomar este módulo como inspiración, porque creo que espacios así pueden ser un elemento relevante en la calidad de educación”, enfatiza.