Que la administración de Gabriel Boric se ha tornado compleja y más criticable incluso que la de Piñera es una realidad, los ministros mal evaluados, las desprolijidades y ordinarieces como la ocurrida con la Canciller y su grupo de confianza, le da la razón a los críticos de la política tradicional que -como es obvio- están afilando los dientes para hacerse de cargos para «ayudar» a retomar el rumbo al gobierno de «los cabros» comentan en pasillos de círculos y buhardillas del poder. Pero lo más complejo -comentan- será sacar a los más cercanos y a los «amiguis» del Presidente como el subsecretario Ahumada que literalmente tiene linea cortada con Hacienda y lo más complejo será que los cambios tengan la «bendición» de la toda poderosa ministra «Toti» Orellana, que es la gran articuladora presidencial y la de mayor confianza del Presidente.

Es decir lo que se está trabajando hacer días es un cambio de gabinete que partiría con los subsecretarios y cuyos cupos -esperan algunos- deben quedar en manos «experimentadas», unos -comentan- querían hacer el cambio antes de marzo para enfrentar el mes de alta movilización que parte con el 8M, el primer año de gobierno y el día del «Joven Combatiente», sin considerar los anuncios de movilizaciones varias por el alza del costo de la vida y el descontento que se ha generado y que por ahora «esta de vacaciones».

En este contexto, este viernes -el último antes que salgan a vacaciones se evalúa en La Moneda- si habrá o no adelantamiento de cambio de gabinete profundo, lo concreto -según nuestras fuentes- es que sí habrá un cambio de subsecretarios y después los ministros, pero lo que no está claro es la fecha, pero podría ser la próxima semana.

Más allá del cambio, lo que está en juego ahora es la gobernabilidad, la capacidad de liderazgo y terminar con la percepción pública de que se está frente a un equipo que sigue comportándose como si fuera un directiva estudiantil y que ministras como Tohá (que ya muestra signos de agotamiento y pérdida de la paciencia) principalmente intentan poner orden y no lo logran, tal como le ha ocurrido a Ana L. Uriarte que ha fracasado en su rol de articuladora ate el también desprolijo y a ratos harto rasca Congreso Nacional.

El cambio de subsecretarios es clave dado que son ellos los que llevan el peso de los ministerios en términos administrativos, pero han habido muchos subsecretarios que ha confundido su rol y literalmente le disputan la preeminencia al ministro o ministras.

Así, sin duda que el gran acelerante de este inminente cambio es la nueva chambonada de la Cancillería, una Cancillería que ya venia cuestionada dado su pérdida de rol durante la administración Piñera.