El año que termina está marcado por varias situaciones y terminologías como el inefable ‘Seguimos’, acuñado por el Gobierno del Presidente Gabriel Boric y que puede ser interpretado como una modernización del «avanzar sin transar» de Carlos Altamirano un treintañero en los 70 y que marcó el sentido del proyecto sociopolítico del ex Presidente Allende bajo la egida soviética.
Quizás Boric y su círculo de confianza, ven en ese eslogan y concepto la posibilidad de revivir utopías o neo utopías con chispazos de sueños imposibles. De ahí la relevancia cuando Boric o sus ministros dice ‘Seguimos’, ¿a un destino desconocido marcado por estrepitosas derrotas?, como las que han enfrentado con la Fiscalía Nacional, por ser la más reciente.
Este ‘Seguimos’ más parece un término efectista, tal vez de identidad tuitera, que un concepto ideológico, profundo, tal como lo explica el analista y conductor de Las Cartas Sobre La Mesa de Infogate.cl, Guillermo Holzmann.
“El ‘Seguimos’ si bien puede ser la actualización del ‘Avanzar sin transar’, es peor que eso, porque el Avanzar sin Transar estaba asociado a un cambio de modelo claro, concreto y en vigencia en la ex URSS, pero el ‘Seguimos’ de hoy es la expresión clara de una propuesta disruptiva, que solo tiene un presente pero no un futuro, es decir detrás del ‘Seguimos’ surge la exclusión, en términos de que cualquiera que esté en contra o no acepte los términos en cómo se ejerce el poder no es parte del concepto, neutralizando las expectativas y las esperanzas de quienes pensaban estar incluidos y los deja a todos bailando a ritmo de este ‘Seguimos’ carente de contenido. Es ahí donde esta supuesta re-ideologización denota su incapacidad de instalar, de manera creíble, ideas que justamente den esperanza y que permitan pensar que las expectativas se pueden cumplir, confirmando que estamos frente a un mero ejercicio del poder disruptivo, excluyente y minimizado”, sostiene Holzmann.
Así, –arguye Guillermo Holzmann- en este ejercicio del poder que se nutre de la fragmentación de la sociedad que ellos mismos provocan, lo que nos lleva a un tema sicopolítico, que hoy día se puede enlazar con el llamado progresismo y con una agenda internacional idealizada y cuya realidad no entienden, simplemente porque no la quieren entender, ya que siguen pensando que Chile es una isla y que es más importante romper los vínculos neocolonialistas a costa de un ‘Seguimos’ sin rumbo.
“Acá estamos frente a un ‘Seguimos’ que considera como lastre a las instituciones políticas y por lo tanto se transforma en algo totalmente destructivo para la República”, remata Holzmann
En esta línea, el ‘Seguimos’ resulta un concepto vacío porque no tiene objetivo claro, no tiene esperanza, no tiene estrategia ni mística. Pero además el Gobierno se contradice en cuestiones que ellos mismos calificaron de “superioridad moral”. Por ejemplo, se sustentan en algo que criticaron duramente, como es el “amiguismo”, hoy todos los cargos con responsabilidad política, más allá de tener una estrategia en común funciona solo sí ‘soy amigo’ de alguien. El ‘Seguimos’ no es sinónimo de “sigamos”.
En este ‘Seguimos’ que tiene también trazas seudo religiosas y que podría ser el mantra que les permite a Boric y a su círculos mantener la fuerza interior que los blinda ante, por ejemplo, las encuestas y, en particular, frente al permanente «obstruccionismo» de parlamentarios de todo el espectro político, quienes ya le tomaron el pulso al Gobierno y se dan cuenta que no tiene la necesaria «muñeca» para negociar con ellos y que les ha permitido -desde la administración Piñera hasta estos días-, ejercer un creciente Parlamentarismo de Facto que le disputa palmo a palmo el poder a la Presidencia de la Nación, el cual ya venía debilitado por los acontecimientos de 2019 y agravados por la pandemia. En este “seguimos” la pandemia es un paréntesis. Los hitos son octubre 2019 y 4 de julio de 2022. El “seguimos” no considera un hito el 4 de septiembre.
Pero, mientras Palacio y Congreso juegan este ajedrez en que los peones son los electores y la atribulada ciudadanía, una fuerza corrosiva está desgarrando al país: la inseguridad que se arrastra por varios años y que se ha agudizado en los últimos doce meses de la mano de una inmigración descontrolada que internó una nueva forma de delinquir más brutal, más despiadada y que está sembrando el terror en todo el país.
Así, en este ‘Seguimos’ se omite un dato relevante que desnuda lo fatuo del término porque estos treintañeros son hijos de esos viejos a quienes acusan de múltiples cosas, errores y horrores. Son hijos de esa élite democrática que les permitió estudiar en universidades progresistas y tradicionales, nacionales y extranjeras. Es cierto, estudiaron mucho, leyeron a todos los autores de moda, pero trabajaron poco y nada en la cruda realidad, no la conocen.
Lo que plantea el ‘Seguimos’ son ideas y planes teóricos que pocas veces se llevan a la práctica, intentar gobernar a partir de la academia, de los planes idílicos de teóricos fabulositas es para construir un simulador de gobierno pero no para ejecutarlo en la realidad, es decir en chileno simple: todo esto es una gran fantasía. No por casualidad el Presidente es un ferviente lector del argelino Albert Camus, como «El hombre en rebeldía (1951)».
Muchos se preguntarán que tiene que ver el ‘Seguimos’ con todo lo demás: mucho, porque al ser una suerte de escudo condiciona todo el proceso de gobernanza y deja poco espacio para abordar con realismo el momento que vive el país contrario a lo que puedan creer en Palacio y, por otro lado, la verdadera indolencia del Congreso en su conjunto que está más preocupado de mantener la comodidad de sus «poltronas» por sobre el fin superior que es Nación. El “seguimos” conlleva un lento pero persistente proceso de desinstitucionalización donde el “seguimos” es el pivote de una no-estrategia.
Así las cosas, Chile ha retrocedido a la Edad Media y más parece que gobiernan feudos asediados por los bárbaros mientras los «Señores» debaten sobre sus oropeles y otras fruslerías; y cobra total relevancia –para este momento del país- la definición sobre el Poder que hace el filósofo coreano Byung-Chul Han: “Cuando el poder tiene que hacer expresamente hincapié en sí mismo ya está debilitado” entonces ¿Seguimos?