Este lunes 5 de septiembre «El día después» tras el éxtasis que provocó el «napoléonico» triunfo del Rechazo sobre el Apruebo, sacó varias declaraciones de los dirigentes políticos que literalmente -los de la derecha sobre todo- estuvieron agazapados en sus trincheras esperando el resultado y como era obvio sacaron sus bayonetas y dieron atisbos de apoderarse del triunfo, como si hubiera sido de una sofisticada estrategia ideada por ellos, pero no se dan cuenta que la gente NO QUIERE a los POLÍTICOS ni de derecha ni de izquierda, la gente -ayer-. salió a votar y a rechazar porque simplemente se asustó con un texto constitucional que sumía al país en el no país, por cierto sensación instalada por los grande medios de comunicación que solo se dedicaron a exacerbar lo malo del texto y no ponderar la información. Pero más allá de esta verdad instalada, lo que viene es la pasada de cuentas que harán los señores políticos de izquierda tradicional, la DC, los Amarillos, la derecha en bloque y los chaqueteros de siempre que apuntan al Gobierno en su conjunto y al Presidente Gabriel Boric en particular, como los grandes responsables de lo ocurrido.
Ciertamente que hay algo de razón en la pasada de cuenta a Boric y Compañía, porque el gran error del Presidente fue haber presidencializado y «gobiernalizado» el proceso que culminó ayer, porque -hay que decir- el principal promotor del Apruebo fue el Presidente y con la derrota de anoche, la derrota la instaló en La Moneda, quedando con un mínimo de piso y con su base electoral totalmente aniquilada, ya que el Apruebo «ganó» con lo mínimo en 8 comunas (no regiones) del país demoliendo las últimas encuestas palaciegas que aseguraban la Metropolitana, Valparaíso y la Región de Coquimbo, es decir los municipios controlados por el Frente Amplio y la coalición de gobierno perdieron de manera estrepitosa.
En la contraparte, el Rechazo, pasó como las tropas napoleónicas en el Primer Imperio, arrasó en todo el país, y conocido el resultado los parlamentarios y dirigentes de la UDI, RN y EVO se adueñaron del triunfo saliendo así de sus madrigueras porque durante la campaña dijeron que ésta era una campaña «ciudadana» lo que demostró con su actitud que fue solo una estrategia para no aparecer dado que los políticos son repudiados por la gente, pero se equivocan porque el triunfo no es adjudicable a los partidos de la derecha, ni a los parlamentarios ni a los exconcertacionistas.
Así las cosas, el Gobierno dañado en su base, enfrenta un proceso en que verá como le pasarán la cuenta los políticos de ambos lados y a diferencia de Piñera que fue uno de los peores gobiernos en cuanto a manejo de crisis, éste no tiene margen de maniobra y ya preparan el cadalso para que vayan pasando uno a uno los ministros de Boric y con un Congreso empoderado que podría caer en la tentación de ejercer un Parlamentarismo de Facto y así cobrarle todas las cuentas pendientes al Gobierno.
Ahora veremos que tan comprometidos están los partidarios del Rechazo -los congresistas y políticos- para cumplir los compromisos o solo observaremos estirar las negociaciones para que nada cambie excepto mantener el cuestionado Senado lugar donde se cocina la República y podría ahora hasta cocinar al Presidente.
En este contexto, es interesante lo que plantea la agencia informativa AP de los EEUU, que señala: «El plebiscito fue el cierre de un proceso de tres años iniciado en 2019 cuando en Chile -considerado hasta entonces un ejemplo de estabilidad en la región- estallaron protestas callejeras estudiantiles en demanda de más igualdad y derechos sociales. Un año después el 78% del electorado decidió que quería una nueva constitución que reemplazara a la impuesta por la dictadura militar de 1973 a 1990. La nueva carta magna ponía el énfasis en asuntos sociales e igualdad de género, consagraba derechos a los 11 pueblos originarios chilenos, priorizaba la protección del medio ambiente e introducía los derechos a la vivienda, salud y educación gratis. El triunfo del “Rechazo” posibilita que siga vigente la constitución de los militares. Hace dos meses la oposición prometió públicamente que, de triunfar el “Rechazo”, le introduciría a la carta magna una decena de reformas, entre ellas cambiaría el actual Estado subsidiario que instauró un modelo de mercado libre por un Estado social de derechos».