Que la delicuencia urbana armada es una realidad instalada y que con sus métodos importados de crueldad aterrorizan a la ciudadanía es un problema que no le dio importancia el gobierno de Piñera, momento en que se podía erradicar; hoy, bajo la actual administración, esta fuerza criminal es imposible de erradicar porque se ha extendido en todo el país.
Cómo es posible que en Iquique, los empresarios gastronómicos tengan que acortar los horarios de atención por miedo y por sensación de inseguridad. Ahora están cerrando entre las 22 y 23 horas los fines de semana y a las 6 de la tare los días de semana, dejando entrever que la crisis de (IN)seguridad es un problema país.
En Santiago, ayer apuñalaron a hombre al interior del metro en Santiago, entre la estación Cementerios y Cerro Blanco de la línea 2. El ataque ocurrió cerca de las 18:30, cuando se generó una riña entre un grupo de personas que iba con un perro. Según testigos, el motivo habría sido que un involucrado votó una cerveza.
Pero en Antofagasta, el gremio de los camioneros locales reclaman –con justa razón- por altos niveles de inseguridad en rutas de la región.
Y la guinda ácida de ese pastel ocurrió en llamado “Barrio Chino” de Lo Espejo donde un hombre murió acribillado de a lo menos 15 balazos.
Todo lo anterior da cuenta de cómo el país se transforma en un territorio sin ley donde las policías han sido minimizadas –en parte- por los políticos de uno y otro lado que prefieren un Estado generoso y benevolente en derechos pero no en obligaciones.