- Con 15 años presente en nuestro país, su labor se enfoca en el 15% aproximadamente de los chilenos que sufren de infertilidad y en las mujeres que quieren ser madres
- Las altas tasas de éxito en el embarazo permiten que muchas mujeres cumplan el sueño de la maternidad
El nacimiento de la inglesa Louise Brown, la primera bebé probeta, marcó un antes y un después en materia de Reproducción Asistida. Revolucionó al mundo científico, pero ese éxito no lo alcanzaron tan fácil ni rápido los científicos Patrick Steptoe y Robert Edwards, los llamados “padres de la Fertilización In Vitro (FIV)”, quienes completaron cerca de 102 transferencias embrionarias fallidas antes de llegar al primer embarazo de término.
Este hito del siglo XX ha permitido desde 1978 el nacimiento de más de 8 millones de bebés alrededor del mundo. “en nuestra trayectoria de 15 años en Chile hemos visto nacer más de 3.000 bebés a través de distintos tratamientos de Reproducción Asistida, siendo la Fecundación In Vitro (FIV) uno de los más frecuentes, y es la que se utiliza cuando fallan los tratamientos previos, como la Inseminación Artificial.” Según explica el doctor Carlos Troncoso, director médico de IVI Santiago.
“Mediante un tratamiento de FIV las tasas de éxito de embarazo acumulada se incrementan en la medida que lo sigues intentando, superando el 90%, en cifras del Grupo IVIRMA” agrega el especialista.
Otro de los tratamientos que podemos mencionar es la Ovodonación al que recurren por lo general mujeres en edad materna avanzada cercano a los 40 – 42 años. Este es un tratamiento de reproducción asistida en la que el óvulo es aportado por una donante de ovocitos. Los óvulos de la donante serán inseminados por los espermatozoides de la pareja de la receptora o de un donante de espermios, para obtener finalmente los embriones; el que luego será transferido al útero de la paciente.
Asociado a este tratamiento también podemos hablar del Perfect Match 360°, un sistema innovador con tecnología de última generación que garantiza la asignación de la donante más adecuada para la paciente. Atendiendo a criterios fenotípicos (características físicas como la etnia, el color de ojos y de pelo, la altura y la complexión, el grupo sanguíneo), análisis biométrico (estudio de similitud facial) y un completo análisis genético (detección de más de 600 enfermedades genéticas).
Podemos ver cómo la tecnología en el ámbito de la medicina reproductiva ha avanzado a pasos agigantados desde el primer bebé probeta hasta el día de hoy.