Por el Dr. Vasif Huseynov, asesor sénior del Centro de Análisis de Relaciones Internacionales (Centro AIR) y profesor adjunto de la Universidad Khazar en Bakú, Azerbaiyán.
En los días transcurridos desde la cumbre de Bruselas de los líderes de Armenia y Azerbaiyán el pasado 6 de abril, se ha intensificado la actividad diplomática en torno al proceso de paz entre ambos países. En contraste con el primer año después de la Segunda Guerra de Karabaj, el papel de la UE en este contexto ha crecido y proporciona una alternativa viable a la vía liderada por Rusia en las negociaciones. En este contexto, como se acordó en Bruselas, Armenia y Azerbaiyán iniciaron el trabajo preparatorio para un tratado de paz que desencadenó una conversación telefónica bilateral entre los ministros de Relaciones Exteriores de Armenia y Azerbaiyán, la primera vez que esto sucede en las últimas décadas.
En su reunión con el representante especial de la UE, Toivo Klaar, en Bakú el 19 de abril, el presidente Ilham Aliyev señaló que la cumbre de Bruselas fue “el punto de partida” para la normalización de las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán y el trabajo hacia un tratado de paz. Este es un hecho notable. Aunque Armenia y Azerbaiyán han estado negociando en el formato trilateral mediado por Rusia durante más de un año, un avance tan importante en esta dirección se logró a través de la mediación de la UE.
El 13 de abril, en su discurso ante el parlamento armenio, el primer ministro Nikol Pashinyan explicó los detalles de las conversaciones de paz y afirmó que la comunidad internacional está presionando a Armenia para que “baje un poco el nivel del estatus de Nagorno-Karabaj” y reconozca el territorio de Azerbaiyán. integridad, lo que supondría ceder el control del territorio a Bakú.
Muchos observadores armenios y extranjeros interpretaron esto como un cambio extraordinario en la retórica del gobierno armenio y argumentaron que “dado que Pashinyan pronunció su discurso una semana después de la reunión en Bruselas, podríamos suponer que la UE se encuentra entre los actores que le piden a Armenia que cambiar su posición, aunque EE. UU. y Rusia también podrían ser parte de la ecuación”.
De hecho, este no es el caso, ya que Pashinyan había estado impulsando este enfoque mucho antes de su discurso del 13 de abril ante el parlamento armenio. En su conferencia de prensa con los medios armenios el 23 de noviembre, él, por primera vez, declaró que “la cuestión de Artsakh [el nombre armenio de Karabakh] es una cuestión de derecho y no tiene nada que ver con el territorio”, y agregó que “ Armenia y Azerbaiyán [ya han] reconocido la integridad territorial del otro bajo los documentos de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) en 1991”.
Durante su conferencia de prensa del 24 de diciembre de 2021, Pashinyan fue más allá y señaló que cualquier resolución a la cuestión del estatus de Karabaj debe hacerse dentro de la constitución de la República de Azerbaiyán, ya que la comunidad internacional reconoció la región como parte de Azerbaiyán en 1993 cuando la ONU El Consejo de Seguridad adoptó cuatro resoluciones sobre este asunto.
Aunque estas declaraciones a fines de 2021 provocaron algunas protestas en Armenia, estas no fueron tan extensas como las que tuvieron lugar luego del mencionado discurso del primer ministro ante el parlamento el 13 de abril. Sus últimos comentarios fueron percibidos como impactantes por partes de la sociedad armenia desde Pashinyan. las volvió a reiterar esta vez en el contexto de las negociaciones sobre un tratado de paz, lo que significa que el eventual tratado se formaría sobre esta base.
Estos desarrollos no son bien recibidos por las fuerzas revanchistas alineadas con Rusia en Armenia, los grupos separatistas en el Karabaj azerbaiyano o, hasta cierto punto, por Rusia. Tres días después de la cumbre de Bruselas, el 9 de abril, en su reunión con el Ministro de Relaciones Exteriores de Armenia, Ararat Mirzoian en Moscú, el Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, expresó claramente su descontento por la negativa de Occidente a cooperar con Moscú en el proceso de paz entre Armenia y Azerbaiyán.
La oposición parlamentaria prorrusa en Armenia, los miembros de gobiernos anteriores y los grupos separatistas en Karabaj se sienten amenazados por la perspectiva de que Ereván reconozca formalmente a Karabaj como parte de Azerbaiyán. Por lo tanto, tratan de prevenir esto por todos los medios. Un referéndum para convertirse en parte de Rusia podría ser una de esas respuestas para algunos armenios de Karabaj. Esperan que Rusia sea garante de la existencia de Karabaj fuera del control de Azerbaiyán si Armenia sigue adelante y reconoce la región como parte de los territorios soberanos de Azerbaiyán. Los grupos prorrusos en Armenia, así como los medios de comunicación rusos, amplifican estas declaraciones y llaman abiertamente a Rusia a tomar medidas con este fin.
En el contexto de estos acontecimientos y las protestas contra los esfuerzos de paz mediados por la UE, es importante que los gobiernos de Armenia y Azerbaiyán reciban apoyo de Occidente para sus esfuerzos en curso. El Departamento de Estado de los Estados Unidos en un tuit del 18 de abril declaró su apoyo a los “comentarios recientes del primer ministro Pashinyan sobre las negociaciones de paz con Azerbaiyán”, que aparentemente se referían a su discurso del 13 de abril y como tal puede interpretarse como el respaldo de los Estados Unidos. al reconocimiento por parte de Armenia de la integridad territorial de Azerbaiyán, incluida la región de Karabaj. Este apoyo de la UE y los Estados Unidos va a ser crítico ya que la región enfrenta amenazas y desafíos relacionados no solo con la normalización de las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán, sino también con lo que suceda después.
Este artículo de opinión fue publicado y traducido desde Commonspace.eu.
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