Por: Natalia Castillo, Académica Escuela de Técnico de Nivel Superior en Enfermería Universidad de Las Américas.
Durante la pandemia, el personal de salud ha debido enfrentar una sobrecarga asistencial y un alto estrés laboral, lo que les ha provocado problemas en su salud física y mental.
El estudio “El impacto de la pandemia COVID-19 en la salud mental de los trabajadores de la salud en Chile”, publicado en agosto de 2021, reportó que un 73% de estos tuvieron síntomas depresivos y un 59% estuvo en riesgo de padecer cuadros psiquiátricos.
Profundizando en diversos análisis, tanto nacionales como internacionales, se evidencia que los trabajadores más afectados por esta sintomatología depresiva son los que realizan el cuidado más directo del paciente, como los Técnicos en Enfermería de Nivel superior (TENS) y los auxiliares, y dentro de los profesionales, las más afectadas son las enfermeras. En consideración al género, las más perjudicadas fueron mujeres.
Esta sintomatología es producto de múltiples factores: cambio en sus funciones habituales, encontrarse más expuestos al contagio de COVID-19, a la gravedad y la muerte de sus pacientes de forma diaria, y la preocupación de contagiar a su familia, entre otros factores.
Muchos de los trabajadores de salud que han participado en estudios refieren no haber buscado ni recibido atención en salud mental. Considerando que estos profesionales solicitan menos apoyo sicológico, debido a prejuicios y discriminación, y sumado a que si las condiciones de estrés permanecen por un tiempo prolongado, aumenta la severidad de los cuadros, por lo tanto, resulta urgente la atención de esta problemática y generar apoyo de manera institucional, organizada y con enfoque de género.