Por:Rodrigo Silva, Presidente y Fundador Fundación La 4ta Ruta.
Se me hace que los emprendedores nos llevamos siempre el costo de esta economía. Cualquier emprendedor sabe que cuando comete un error debe pagarlo más no sea con la quiebra. Ese es un riesgo que asumimos felices porque emprender es una pasión, es arte y, muchas veces, nadie nos obliga a hacerlo. Es sabido que movemos la economía y, lo que no es menor, generamos más de la mitad de la fuerza laboral en Chile, lo que es bastante mejor que cualquier IFE. Sin nosotros, el Estado quiebra. Aunque al parecer va a quebrar igual por pasarle el volante a chiquillos que solo saben de política y de revueltas.
Todos hemos visto y no somos ciegos para no ver que cuando el Estado falla en su labor de impedir la delincuencia o el vandalismo y se nos afectan nuestra actividad o patrimonio, lo que ocurre es que no paga nadie. O sea, paga Moya. Divertido. Recibimos a lo más una disculpa, inútil por lo demás, de algún ministro académico que nunca emprendió nada (bueno, como todo o casi todo el actual gabinete, en realidad).
La balanza parece que se carga muy a menudo para este lado. Los grandes poco sufren, porque nadie se atreve con ellos en realidad, ¿falta de carácter o juegos sucios? Preguntémosle eso último al flamante nuevo director del SII. Los políticos tampoco reciben el trato que debieran vivir como responsables de la tragedia de la violencia y la ausencia de Estado. Recuerden que en los últimos 30 años le pagaron hasta el robo a los partidos políticos, a los exonerados, a los exiliados, a los familiares de detenidos desaparecidos y a los pueblos originarios, y la lista sigue. Ahí sí nos meten la mano al bolsillo para reparar.
A un emprendedor que le queman y destruyen diez, veinte, treinta o cuarenta años de trabajo nadie le paga. Ese emprendedor no pide IFE, solo pide créditos que, para variar, aunque sean avalados por el Estado, o sea sin riesgo, terminan siendo un robo por las descomunales tasas de interés.
¿ Resultado ? Los emprendedores representamos el 12% de la venta en Chile, representamos el 98% de las empresas y, para mayor abundancia, somos un ecosistema que el 95% de los proyectos quiebra antes del quinto año, en lo que se conoce como “el valle de la muerte”. Somos el ATLAS de este país. En buen español, cargamos el peso eterno del empleo, de la creatividad y de la resiliencia, pero a nadie le parece importar de verdad. Ese a mi juicio es el error basal en nuestro país.
Buscamos una sociedad inclusiva y decente. Eso es el desarrollo. El caso es que Chile no va a ser un país desarrollado mientras el emprendimiento no represente un 30% de las ventas del país y sobrevivan a ese “valle de la muerte”, al menos un 30% de los emprendimientos. Esas son las metas de nuestra Fundación La 4ta Ruta.
Hay que tomarse el emprendimiento en serio, porque esa es la revolución creativa que queremos y, sobre todo, necesitamos en Chile, no ésta de los universitarios en el poder que parecen faltos de todo sentido común.