viernes, abril 19, 2024

Opinión: Premio y castigo

Debe leer

                                       

Por:  Enrique Slater Escanilla, general (R.) y Juan Miguel Rodríguez Etcheverry, coronel (R)

Desde la ocurrencia de los hechos delictuales aparejados al denominado “estallido social” y su reiteración sistemática hasta hoy, se aprecia una arbitraria discriminación en el trato político, jurídico y mediático que se dispensa a los actores, según se trate de quienes se manifiestan recurriendo a la violencia y el terror para imponer sus términos, o de quienes cumplen el cometido público de reprimirlos, Carabineros de Chile y Fuerzas Armadas, instituciones que dispone el Estado para resguardar su integridad amenazada.

Resulta paradojal  en ese contexto, que los integrantes de la autodenominada “primera línea”, partícipe de la violencia públicamente conocida, se constituyan en la víctima y las fuerzas encargadas de resguardar el orden público, sean sindicados como los victimarios, en circunstancias que la intención manifiesta de los primeros es dañar, herir o matar y la de los segundos es evitar que eso ocurra. Unos ofenden y otros defienden. Incendios, destrucción, saqueos y agresiones en medio de una violencia inaudita es el escenario que deben enfrentar militares y carabineros, entre ellos mujeres quemadas cruelmente y que, paradojalmente, aún en total insuficiencia numérica están impedidos por las reglas de uso de la fuerza impuestas por la autoridad, de emplear oportunamente medios proporcionales a la agresión de que son víctimas. Como complemento, resultan con lesiones adolescentes, mujeres y ancianos, a quienes la “primera línea” utiliza para cosechar dividendos derivados de la natural conmiseración y repudio que despierta la victimización de personas vulnerables.

La situación descrita ha sido sistemáticamente tergiversada o derechamente falseada para arribar a conclusiones espurias en que se fundamenten iniciativas, acciones y resoluciones que, favoreciendo a quienes delinquen, sancionan o excluyen de cualquier beneficio a quienes han debido enfrentarlos en el cumplimiento del deber impuesto por la autoridad. Resulta sobreabundante e inoficioso mencionarlas porque son de público conocimiento.

Uno de los mentores de la ideología que comparten los cultores de la violencia acuñó el célebre principio que informa su accionar: “El fin justifica los medios”, lo que en este caso se materializaría en sanciones para carabineros y militares y amnistía o indulto para quienes delinquen y tal vez, en un futuro no lejano, allanados los mecanismos legítimos de defensa, el fin del estado de derecho como hoy lo conocemos.

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