Pese a desatar una guerra de agresión en contra de Ucrania, Rusia ha logrado consolidar para este conflicto una serie de alianzas y apoyos incondicionales, países que parecen caracterizarse por sus escasas credenciales democráticas y regímenes autoritarios de larga data.
Sus principales valedores son aquellos que pertenecen a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), instancia creada en contraposición a la OTAN, liderada por Rusia e integrada por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán. En este grupo destaca en especial el respaldo sin condiciones bielorruso, donde el presidente/dictador Alexander Lukashenko, ha permitido que el ejército ruso desplegado en su país lance ataques en contra de territorio ucraniano aunque, a modo de disculpa inocente, asegurando que las tropas de su país no participan en la «operación militar especial» rusa.
Dentro de ese lote, Armenia, con un gobierno lleno de dificultades pero por lejos con muchas mayores credenciales democráticas que sus socios, tiene pocas opciones. Rusia es su principal valla de protección ante las amenazas de Azerbaiján y Turquía, sin la cual su existencia misma como estado podría verse comprometida.
China, a su vez, ha evitado condenar el ataque de Rusia a Ucrania al tiempo que pide una salida diplomática a la crisis y aunque ha acusado a Estados Unidos de «avivar las llamas», pone énfasis en salvaguardar la soberanía de los estados, un encaje de piezas complicado después de que el presidente chino, Xi Jinping, profundizara su alianza con Vladimir Putin hace apenas unas semanas. Desde Pekín, la portavoz y ministra asistente de Exteriores, Hua Chunying, instó este jueves a «mantener la calma» para evitar que la situación «se descontrole», si bien evitó condenar el ataque o utilizar la palabra ‘invasión’ para describir la agresión de Moscú.
Fuera de su entorno directo, Siria también apoya la decisión de Putin, quien ha sido un aliado clave del actual presidente sirio, Bashar al-Assad, y gracias al cual su régimen ha logrado sobrevivir (a un gigantesco costo) a la guerra civil que se ha extendido por más de una década.
Otro de los estados que se ha sumado a los apoyos de Putin es el Gobierno de Irán, con numerosas cuentas pendientes con Estados Unidos debido a las sanciones económicas impuestas en el pasado. El país ha culpado a Estados Unidos y a la OTAN de la crisis en Ucrania, llamando al diálogo para rebajar la tensión después de que Rusia reconociese las dos provincias separatistas ucranianas. «Desafortunadamente, las provocativas acciones de la OTAN, apoyada por Estados Unidos, han complicado la situación en la región”, afirmó en un comunicado el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Said Jatibzade.
En América, las voces de apoyo también se han extendido, considerando en primer lugar a sus estrechos aliados Venezuela y Cuba.
«Desde Venezuela repudiamos los planes perversos que pretenden rodear militar y estratégicamente a Rusia», expresaba Maduro en sus redes sociales. «Estamos seguros de que Rusia saldrá unida y victoriosa de esta batalla, con la admiración de los pueblos valientes del mundo», añadió, acotando que «Venezuela está con Putin, está con Rusia y está con las causas valientes y justas del mundo».
A estos países se une Nicaragua, sometida al tiránico régimen de Daniel Ortega, quien declaró que «el presidente Putin ha dado un paso. Ha reconocido a unas repúblicas que, desde el golpe de Estado de 2014, no reconocieron a los gobiernos golpistas [de Ucrania] y establecieron su Gobierno, dando la batalla».
Pero entre las democracias más o menos asentadas también surgen respaldos, aunque menos explícitos. El gobierno argentino, cuyo presidente, Alberto Fernández, efectuó hace poco una visita oficial a Moscú que incluyó la firma de numerosos acuerdos, ahora ha evitado condenar abiertamente a Rusia, llamando mas bien a un cese de las hostilidades. Su canciller fue más explicito, negándose a asistir a una reunión con el embajador ucraniano.
El mandatario brasilero, Jair Bolsonaro, ha seguido una línea parecida, considerado su especial admiración por Putin.