Es el enfrentamiento potencialmente más peligroso con Moscú desde la Guerra Fría. Tras el exponencial aumento de tropas rusas en la frontera con Ucrania, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el Kremlin se lanzan amenazas mutuas.
En medio de esta tensión, el ministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, se unió al segundo día de reuniones de los ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN en Letonia, desde donde instó a preparar sanciones económicas contra Moscú como medidas “disuasivas”, para frenar lo que considera una posible invasión rusa.
«Pediremos a los aliados que se unan a Ucrania en la elaboración de un paquete de disuasión”, en caso de que “decida elegir el peor de los escenarios”, afirmó Kuleba.
En los últimos meses, Ucrania ha venido denunciando el despliegue de tropas rusas en su frontera, pero el aumento ha sido significativo recientemente. Las alarmas se prendieron luego de que los uniformados de Moscú iniciaran ejercicios militares a gran escala en más de 30 campos de concentración en seis regiones diferentes, según asegura Kiev.
El Ministerio de Defensa ucraniano calcula que más de 114.000 soldados rusos han sido desplegados en las zonas limítrofes en el noreste, este y sur de Ucrania, incluidos alrededor de 92.000 soldados de infantería y fuerzas aéreas y marítimas.
El despliegue ha sido tal que distintos gobiernos de Occidente, entre ellos Estados Unidos y la Unión Europea (UE), han alertado sobre un probable y próximo ataque.
Washington advirtió a Moscú que una agresión contra Kiev traería “graves consecuencias”.
Las advertencias de la OTAN
«Cualquier futura agresión rusa contra Ucrania tendría un precio alto y graves consecuencias políticas y económicas para Rusia«, advirtió a su vez el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la mencionada reunión en Letonia. Este enfatizó que es la mesa de negociaciones transatlántica más importante, donde los gobiernos coordinan políticas.
Stoltenberg afirmó que Rusia «subestimó la determinación de los aliados de la OTAN de imponer y mantener sanciones después de la anexión ilegal de Crimea en 2014«, pero tal vez la alianza sobrestimó el alcance de las medidas tomadas entonces para disuadir futuras agresiones. Después de todo, la OTAN está una vez más sumida en un debate sobre cómo responder al aumento de tropas rusas en la frontera con Ucrania.
Stoltenberg añadió que los ministros de Relaciones Exteriores debatieron sobre «sanciones económicas, financieras y reacciones políticas» contra Rusia, así como otras iniciativas para respaldar a Kiev.
El ministro de Defensa de Letonia, Artis Pabriks, dijo en entrevista con DW al respecto: «Me avergüenza que solo haya unos pocos países que en los últimos cinco años han sido realmente capaces y están dispuestos a apoyar a Ucrania, también militarmente, porque esta es una nación que está de pie por su fronteras, por sus libertades».
Las claves de la nueva tentativa de guerra
Si bien Ucrania no es miembro de la OTAN, la alianza militar le ha ofrecido su completo respaldo y asegura estar comprometida en preservar la soberanía de la exrepública soviética, que se inclina a fortalecer sus relaciones con Occidente.
La furia de Moscú ha vuelto a estallar debido a los planes de Kiev de unirse tanto a la OTAN como a la Unión Europea (UE).
Putin exige garantías de la coalición militar de no expandirse y descartar «cualquier movimiento adicional de la OTAN hacia el este y el despliegue de sistemas de armas que nos amenacen en las proximidades del territorio ruso».
Incluso, el martes Putin amenazó con utilizar un arma hipersónica recién probada si la OTAN cruza “líneas rojas” y despliega misiles en territorio ucraniano.
No obstante, es poco probable que Washington acepte sus presiones, pues ya ha señalado que ningún país tiene derecho a vetar las ambiciones de Ucrania en la OTAN.
En medio de esta pugna, el mandatario ruso pidió conversaciones “serias” con Estados Unidos y sus aliados. El secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, se reunirá mañana jueves 2 de diciembre con el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en Estocolmo.
El conflicto separatista
Kiev y Moscú han estado técnicamente enfrentados desde 2014, cuando Vladimir Putin anexionó a su país la entonces provincia ucraniana de Crimea. Desde entonces, la presencia militar rusa en la zona limítrofe ha sido frecuente.
Pero dados los nuevos movimientos militares rusos de las últimas semanas y las advertencias de la OTAN de involucrarse, la situación ahora sería peor.
Rusia respalda a los separatistas en una guerra de larga data en la región de Donbass, este de Ucrania, y recientemente acusó a Kiev de movilizar 125.000 soldados, o la mitad de su Ejército, en la zona de conflicto.
El Kremlin dice que teme que Ucrania intente recuperar las áreas rebeldes por la fuerza, algo que llamó un «aventurerismo muy peligroso».
Kiev rechaza los señalamientos y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dijo que se necesitaban conversaciones directas con Moscú para poner fin a la guerra en el este, que según Kiev ha matado a más de 14.000 personas.
«Debemos decir la verdad de que no podremos detener la guerra sin negociaciones directas con Rusia, y hoy esto ya ha sido reconocido por todos, todos los socios externos», dijo Zelenski al Parlamento de su país.
Sin embargo, hasta ahora Putin ha desestimado el llamado.
(Con información de France24 y Deutsche Welle)