Ete lunes 18 de octubre se cumplen dos años del Estallido Social, revuelta ciudadana que puso en jaque al esquema normativo político que imperó en el país desde el retorno a la democracia en 1990, ya que una marea ciudadana manifestó con gritos, marchas y de manera paralela mucha violencia que reveló el descontento de una sociedad que se cansó de ver que los privilegios -en todo ámbito- pertenecían solamente a algunos y que la política simplemente dejó de escuchar a esa ciudadanía, la misma que los llevó al poder a través de las elecciones y el primer golpe lo dieron los estudiantes secundarios con el famoso “salto del torniquete” que luego se transformó en un devenir de hechos que culminaron con la instauración de la Convención Constitucional para redactar una nueva Carta Magna y sepultar aquella impuesta durante la dictadura.
Fue un 14 de octubre de 2019, cuando los estudiantes secundarios y universitarios se organizaron para evadir masivamente el pasaje del Metro de Santiago y la razón no fue otra que el alza en el valor del pasaje de $30. Incluso el eslogan para las futuras movilizaciones fue “no fueron 30 pesos, fueron 30 años” en rechazo al modelo que se mantuvo desde el retorno a la democracia y acrecentado por la Concertación y la Nueva Mayoría.
Sin embargo, y pese a los comentarios de uno y otro sector político que calificaron esos hechos como simple “violencia”, incluso algunos dijeron que “esto no prendió”, el hecho es que el 18 de octubre se radicalizó el movimiento ´con la destrucción del Metro y la suspensión del servicio, a lo cual se suma la quema de estaciones de este sistema de locomoción.
El 19 de octubre, el Gobierno decreta estado de emergencia y luego el toque de queda ante los altercados y violencia a lo largo del país, pero para variar el Ejecutivo llega tarde y decide dar marcha atrás al alza del pasaje del Metro.
El 20 de octubre, el comercio literalmente cierra todo «Saqueos y destrucciones masivas motivan al comercio cerrar sus puertas este domingo», publicó INfOGATE ese día y además ese mismo domingo en cadena nacionalel Presidente Sebastián Piñera lanza su frase:“estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, que está dispuesto a quemar nuestros hospitales, el metro, los supermercados, con el único propósito de producir el mayor daño posible. A todos los chilenos, ellos están en guerra contra todos los chilenos que quieren vivir en democracia”.
“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite”.
Esto se repitió durante gran parte de las manifestaciones sociales y que lo único que hacía era acrecentar la violencia en las calles.
Para el 25 de octubre y luego de ocho días de contantes manifestaciones y a pesar de las medidas paliativas que trató de impulsar el Gobierno, la ciudadanía se congregó en el icónico lugar de encuentros, Plaza Dignidad -como la bautizaron los manifestantes- reuniendo a más de un millón de personas en las calles y que fue catalogada como la “marcha más grande de la historia”.
Asimismo, para el 20 de octubre, a raíz de la crisis social que se vivía en el país, Piñera da marcha atrás y decide suspender los eventos internacionales más importantes que el Gobierno estaba organizando, la APEC y la COP25, lo cual afectó el prestigio internacional que el Gobierno buscaba dar al mandatario y que incluso se acrecentaba, previo al estallido, con los discursos de la vocera de ese entonces, Cecilia Pérez, y de sus ministros pregonaban en cada ocasión en que se podía.
Para el 10 de noviembre, el Gobierno de Piñera ratificó el inicio de un proceso para establecer una nueva Carta Magna que fue denominado “Congreso Constituyente”.
Posteriormente, el 15 de noviembre los sectores políticos lograron establecer un acuerdo calificado como «histórico” en el cual el Gobierno y la oposición se unieron para la realización de un plebiscito, en el que los ciudadanos decidirían si quieren o no una nueva Constitución. Este se llevaría a cabo en abril de 2020, pero la pandemia movió la fecha, no así el resultado que fue aplastante a favor del Apruebo.
Para el 19 de noviembre, otro hecho viene a golpear al alicaído Gobierno de Piñera, ya que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, organismo dependiente de la OEA, exigió medidas de reparación y justicia ante la violencia ejercida en Chile por parte de Carabineros. Incluso, la policía decidió no utilizar por ahora los perdigones, ante los cuestionamientos que este tipo de proyectiles ha recibido y que han costado la visión a cientos de chilenos que incluso hasta hoy siguen con secuelas de aquellos días.
Asimismo, el 22 de noviembre tanto el Gobierno como el Ejército rechazaron abiertamente el informe elaborado por Amnistía Internacional, respecto a la investigación sobre las violaciones a los DDHH ocurridas en diferentes países y que se incluye Chile. Para el 23 de noviembre se contabilizan 23 muertos tras el estallido social.
Incluso, el propio Piñera reconoció que pudiera haber habido un incumplimiento de los protocolos del uso de la fuerza por parte de la policía uniformada.
Asimismo, para el 24 de noviembre los militares se toman las calles de las ciudades, sin Estado de emergencia, ya que Piñera anunció un proyecto que le da facultades a las FFAA a «colaborar en la protección de infraestructura crítica sin necesidad de establecer el estado de excepción constitucional”.
Toda la explosión social de aquel 18 de octubre fue detenida no por los acuerdos políticos, la voluntad del Presidente Piñera u otro factor mundano, sino que por un microscópico virus que tiene en vilo al mundo, el COVID-19, el cual fue un salvavidas para el Ejecutivo que veía que el descontento ciudadano iba in crecento y es que el 3 de marzo de 2020, el Ministerio de Salud, encabezado por Jaime Mañalich, confirmaba del primer caso de Coronavirus en el país y la debacle social detuvo su impulso por una enfermedad que hasta el día de hoy marca nuestro comportamiento en la sociedad con temor al contagio.