«Buscábamos el progreso y la felicidad; y de pronto con el estallido de nuestra propia violencia y la catástrofe del coronavirus nos encontramos con el frenazo económico, y con enfermedad y la implacable muerte, que para los creyentes sigue siendo la Hermana Muerte», señaló en su homilia el cardenal Celestino Aos en su homilia al oficiar el Tedeum en acción de gracias por la independencia de Chile.
En línea con lo expresado por los evangelicos el 17, Aos enfiló a los temas valóricos: «Damos gracias por todos aquellos que buscan respetar y proteger los valores no negociables: el respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de los padres para elegir el modelo y el establecimiento de educación de los hijos, la promoción del bien común en todas sus formas y la subsidiariedad del Estado que respeta la autonomía de organizaciones y colabora con ellas».
En otro pasaje de su discurso claramente político y no relgioso el sacerdote se reirio a La Araucanía -sin decirlo abiertamente- señalando: «Digo que quiero, paz y seguridad. Donde reinan la pobreza y la ignorancia, la violencia funda-mentalista arraiga más fácilmente. El camino a la paz no se encuentra en las armas y la violencia sino en la justicia. La verdadera religión es adorar a Dios y amar al prójimo: si queremos preservar la fraternidad en la tierra no podemos perder de vista el cielo; el más allá de Dios nos remite al más acá del herma-no»