Hoy se inicia un proceso histórico. Cuando O’Higgins encabezó nuestra Independencia, fue categórico en señalar que Chile no quería ser vasallo de un Rey, ni que tampoco la soberanía dependía de un Dios.  El único soberano de Chile, desde sus orígenes, es la propia ciudadanía, los chilenos todos.   

Esa soberanía se expresará a través del acuerdo institucional que soberanamente decidamos.   Los constituyentes representan la diversidad de nuestra sociedad y llevan el sello de la legitimidad.   El proyecto de Constitución que nos presenten será aprobado en definitiva por el mismo soberano, de ahí surgirá su fuerza. Nos debe permitir superar las desafíos que genera la historia reciente.  Los convencionales deben asumir que además de representar un distrito o pueblo, forman parte de una comunidad mayor que es la casa común.  El reconocimiento de la diversidad es la base de la unidad de toda democracia.  

La fuerza de las instituciones es su impersonalidad.  El poder asignado por el soberano es transitorio. Siempre debe ejercerse conforme a derecho y estar sujeto a frenos y contrapesos.  Aprendiendo de nuestra historia, necesitamos crear mecanismos que permita la  construcción de amplias mayorías y respetando a las minorías.  Que no se eternicen los representantes, y por cierto, que la violencia política este descartada.  Un país donde se respete a toda su diversidad y ningún sector se imponga sobre los demás.  Que nadie tenga miedo de caminar por las calles y seamos implacables con la corrupción.  Un país donde separemos el poder económico del poder político.  Supone que todos, civiles y militares, magistrados y empresarios, intelectuales y policías, todos estemos subordinados al liderazgo que surja de la consulta ciudadana, porque ella expresa al soberano.  Por lo mismo, ninguna persona, sector o autoridad debe restarse a que la Convención funcione soberanamente.

Sensación térmica: entre el sueño y la realidad

En agosto del 2022 estaremos concurriendo a aprobar el nuevo texto constitucional.  Tendremos nuevo gobierno elegido este fin de año.  A el le corresponderá iniciar la construcción de la nueva institucionalidad.  Por cierto, estaremos afrontando la reconstrucción de la economía y ojala, neutralizando la pandemia.  Emergerán en este proceso nuevos liderazgos, ojalá superando el clientelismo, la farándula, las agendas personales y consolidando las visiones republicanas.  

No creo equivocarme que todos tenemos un sueño colectivo.  Un Nuevo Chile que repare las heridas y que genere oportunidades para todos, cautelando los derechos básicos y la dignidad de las personas, cuidando de nuestro medio ambiente y creando las mejores condiciones para que le heredemos paz y prosperidad a las futuras generaciones.  Una Constitución cuyo norte sea Chile, y las necesidades de su pueblo. 

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