Un viejo slogan decía «Si es chileno es bueno», así se pretendía dar impulso a una moribunda industria nacional en los ’80 cuando las mente brillantes pro Chicago descubrieron que era más rentable importar todo y simplemente dejar de producir, así se lapidó la industria chilena, la del calzado que comenzó a importar desde Brasil, luego la industria el cobre; la quincallería, también se dejó de fabricar en el país, incluso la madera aglomerada se comenzó a traer de otros países con materia prima chilena.

La situación industrial chilena es tan precaria que de hecho este 14 de julio la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento (Superir), informó que durante el primer semestre del 2021 se registraron 823 empresas que iniciaron procesos de liquidación de sus bienes por deudas. Descontando a las empresas donde hay contribuyentes de segunda categoría, se observa que hubo un total de 480 firmas que entraron en quiebra. De ese total, se detalla que hubo 28 empresas grandes que debieron quebrar. Además, hubo 33 medianas, 134 pequeñas y 66 micro. Estos datos locales van en linea con los reportados por la CEPAL que advierte del colapso del comercio mundial de bienes, puede caer hasta 32%, com eecto directo de la pandemia.

No tener industrias es una vulnerabilidad estratégica que dejó al escubierto la pandemia ya que, como por ejemplo en España, dependían de las mascarillas chinas ya que los ibéricos habían cerrado las fabricas porque salía más barato traerlas desde donde justamente nació la pandemia del Coronavirus. En el caso chileno la situación es mucho más dramática ya que incluso había riesgo de desabastecimiento porque se importa trigo, legumbres e incluso leche, porque el gran empresariado agrícola es cortoplacista y se dedica a cultivar lo que está de moda y que por cierto compran los chinos aunque ello signifique terminar con la agricultura alimentaria par la nación, pero que da dividendos rapidos y jugosos.

En este contexto, cabe recordar que en el último cuarto del siglo XX Chile en vez de avanzar retrocedió industrialmente a un país productor de materias primas sin valor agregado, sin industria relevantes, es decir se transformó en un país de Picapiedras que manda todo para el exterior (de lo que el gran empresariado se ufana) y regresa gran parte de vuelta en productos que, perfectamente podrían haber sido fabricados en Chile con mejor calidad que lo que llega dese el exterior, como por ejemplo pasa con la destruida indusstria textil nacional que sucumbió a la avalancha china que en su gran mayoría es de dudosa calidad, pero que es barata.

Y ante la falta de inustria, el discurso oficial chileno es que este es un país de emprendedores, aunque en la realidad debería decirse que es un país de revendedores, ya que casi la totalidad de los emprendimientos son reventa de chaquiras provenientes de China, pero emprendimientos con inventiva y tecnologia local casi nada.

Y todo lo anterior es el fundamento para cuestionar el llamado que hizo este viernes el Presidente de Chile, Sebastián Piñera en la reunión APEC ante los líderes de naciones industralizadas de Nueva Zelanda, Estados Unidos, China, Rusia, Canadá y Japón, el chileno llamó a promover el libre comercio como instrumento para la recuperación económica global de la pandemia, libre comercio que para Chile es vender materias primas luego iportar prouctos justamente de estos países, negocio redondo para esas naciones pero no para Chile.

Pero casi de manera paralela y en un contexto totalmente diferente, también ese viernes, el ministro de Desarrollo Productivo de Argentina, Matías Kulfas, anunció que Argentina tiene dadas las condiciones para ser el epicentro industrial de la fabricación de automóviles eléctricos en América del Sur: «La apuesta es que la industria automotriz (argentina) sea una plataforma de electrificación en América del Sur», señaló el economista.

Se le puede criticar todo a los argentinos, pero hay que reconocer que han sabio defender su industria, cuestión que también han hecho Bolivia y Perú.

Entonces la gran duda es que tan dependiente estratégicamente es Chile, que ya presenta una vulnerabilidad vital al ser un importador neto de petróleo y gas,y hay que sumarle la falta de industrias.

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