Algunas personas creen que aprender a leer no comienza hasta que un/a niño/a entra a Primero Básico y comienza su “educación formal”. Pero durante la etapa inicial, también pueden desarrollarse conocimientos especiales para adquirir vocabulario y el hábito de la lectura que por pandemia ha disminuido, señala Natalia Sánchez, relatora y educadora de párvulos de Impulso Docente.
Según la especialista, está en “nuestras manos como educadoras potenciar los espacios pedagógicos para el desarrollo de estas habilidades, que sin duda serán la piedra sólida de la instrucción formal”, sin embargo, existen estrategias que pueden ser aplicadas no sólo por los profesionales de la educación, sino también por adultos cercanos a los niños que comparten, en especial durante la pandemia, más tiempo en un mismo espacio físico.
Primero que todo ¿qué entendemos por vocabulario?
«Es la explicación del significado de las palabras y la reflexión y uso de ellas», señala Sánchez. Enseñar vocabulario es realizar actividades que involucran la explicación del significado de las palabras y la reflexión en torno a ellas, de forma lúdica, reflexiva e interactiva, con el uso de la palabra en distintos momentos. «Y debe hacerse de forma sistemática. No cada quince días o cuando lo amerite, sino constantemente», afirma.
¿Por qué enseñar vocabulario?
El vocabulario es necesario para la comprensión lectora, pues se requiere conocer entre un 90% y un 95% de las palabras para interpretar lo que se lee o escucha. Asimismo, la comprensión lectora se relaciona fuertemente con el logro académico posterior del niño, que solo podrá alcanzarse teniendo un amplio manejo del vocabulario.
¿Qué tipos de palabras existen?
De acuerdo a Sánchez, existen tres niveles de palabras.
Primer nivel: Palabras de uso diario (como «tomate» o «gato»), que no requieren una mayor explicación ni reflexión.
Segundo nivel: Palabras más sofisticadas, que por lo general definen conceptos importantes y se encuentran en la literatura (como «triunfador», «refugio» o «tenebroso»).
Tercer nivel: Palabras de uso poco frecuente, específicas de ciertas áreas disciplinares (como «metamorfosis», «ecuación» e «hidrógeno»).
Son las palabras de segundo nivel las que debemos principalmente incluir en los espacios pedagógicos de desarrollo de vocabulario para niños/as, agrega la relatora de Impulso Docente.
Consejos para trabajar nuevas palabras
Previo a la lectura, lo importante es seleccionar un cuento, fábula o relato y elegir una palabra de nivel dos para trabajar en conjunto con el niño. Luego, debe prepararse la palabra dentro de ese contexto. “Preparar una tarjeta con la palabra por un lado y su definición y tres ejemplos puede ser muy útil”, señala Sánchez. Posteriormente, durante la lectura, debe contextualizarse la palabra en el relato y definirla de forma precisa y amigable, además de pronunciarla en más de una ocasión para fijar la “huella fonológica” en el niño. Y, finalmente, posterior a la lectura, consolidar su uso a través de ejercicios. Algunos de ellos pueden ser mediante las siguientes herramientas:
- Haciendo preguntas (enfatizando la palabra) : «¿Quién me puede contar algo ‘asombroso’ que le haya pasado».
- Pedir razones utilizando la palabra que buscamos estudiar: «¿Por qué ‘admiras’ a tu mamá?».
- Dar ejemplos y luego preguntar: «Por ejemplo, algo ‘tenebroso’ es entrar a una casa que uno no conoce cuando está a oscuras. ¿Qué consideran ustedes ‘tenebroso’?»
- Usar el cuerpo para demostrar el significado de una palabra: «Corramos de manera ‘veloz’ por el patio» (moviéndonos).
- Jugar a la “selección múltiple”: «Yo me siento ‘desanimado’ cuando: a) me siento enfermo, b) va un amigo a jugar a mi casa, c) preparan mi comida favorita».
¿Qué tan determinante es reforzar el desarrollo del vocabulario en los más pequeños? Cabe destacar que a los niños a quienes se les leyó entre 3 y 5 veces a la semana en sus primeros años, ingresan a kínder habiendo escuchado aproximadamente 165.000 palabras más que los niños a quienes casi nunca se les leyó. “Es muy importante dar oportunidades para que los niños escuchen, hablen y jueguen en la rutina diaria, utilizando las habilidades en distintos contextos, realizando intercambios de preguntas y ampliando sus respuestas”, finaliza Sánchez.