El lunes 24 de julio de 1961 en una tormentosa y fría noche en Punta Arenas, 17 marinos del Crucero “O’Higgins” fallecieron en el Estrecho de Magallanes al zozobrar una de las lanchas que los trasladaba desde el entonces Muelle Fiscal, al histórico navio que se encontraba fondeado en la bahía de Punta Arenas.
De aquella lancha con 40 tripulantes, el mar implacable y la fuerza de la naturaleza ingobernable que caracteriza a la Región de Magallanes y Antártica Chilena, cobró 17 valiosas vidas entre 18 y 46 años, recordándonos a quienes hacemos nuestra vida en el mar, a lo que estamos expuestos.
Lamentablemente esta vida de marino no solamente nos afecta a los que de joven la abrazamos, detrás de cada uno de ellos hay una madre, una esposa, hijos, pololas o amigos, que al vernos zarpar mantienen la esperanza que algún día volverán a abrazar al ser querido. Es así como 60 años han pasado y 70 hijos siguen esperando el cálido abrazo de su padre al volver de navegar.
Hoy aquel trágico acontecimiento es recordado en historia marineras, que han pasado de generación en generación, así como también en una placa en la Capilla Naval de Punta Arenas, silencioso recuerdo de una jornada que nunca debemos olvidar.
Esto nos recuerda que la vida en el mar está llena de peligros y desafíos, que la preparación debe ser constante y que muchas veces tenemos que batirnos con las condiciones meteorológicas extremas y cambiantes de estos rincones australes. Pero también del compromiso y entrega de los más de 2000 hombres y mujeres que sirven en la Tercera Zona Naval, que muchas veces expuestos en el peligro cumplen sin vacilar sus tareas y son parte de aquel legado, en donde el sacrificio y entrega a la Patria son fundamentales para cumplir con el deber en esta desafiante y extensa región, en donde Chile proyecta su progreso y desarrollo a través del mar.
Sobre el autor: Leonardo Chávez Alvear, contraalmirante, Comandante en Jefe de la Tercera Zona Naval.
