La figura de O’Higgins y en especial su legado tiene en sí una relevante importancia, ello porque con el paso de los años se evidencia que su accionar privado y público y su contribución al proceso vivido durante la independencia, fue trascendente, incluso vital.
Podríamos entonces tomar algunas de sus facetas y establecer a primera vista, que su legado puede estar identificado con algún sector o ámbito en especial, como por ejemplo el político, ya que sus puestos de alcalde de Chillán y de Los Ángeles, su desempeño como diputado en el Primer Congreso Nacional y su accionar como Director Supremo de la Nación, evidencia que es sin lugar a dudas un referente para quien ocupa un puesto público.
Por otra parte, podríamos dejar constancia que su legado cabe en el área castrense, aún más, específicamente en el Ejército, ya que, pese a no ser un militar de carrera, su accionar en combate, como el más valiente soldado de su época, reconocido incluso por sus enemigos, lo encumbran a un sitial de honor.
Pero siendo justos, también deberíamos decir que su legado calza en la Armada de Chile, ya que es un hecho incuestionable que fue él quien creó la Primera Escuadra Nacional, más aún, dio vida a tan noble institución.
Ahora bien, los agricultores de Chile también son herederos de Bernardo, quien en Las Canteras y en Montalbán demostró ser un innovador agrícola, que influyó sobre una serie de aspectos que modernizaron la actividad, tanto así que fue reconocido en vida por la Sociedad Chilena de Agricultura y Colonización.
Podría seguir enumerando otras actividades sobre las que influyó, pero lo expresado precedentemente nos permite aseverar que más que un referente en una actividad específica, Bernardo O’Higgins ilumina hasta el día de hoy a una nación entera, transmitiéndonos a través de su legado, la profunda inspiración que dio vida y proyectó en el tiempo, a este querido terruño llamado Chile.
Sobre al autor: Antonio Yakcich Presidente del Instituto O’Higginiano de Rancagua