Hace algunos días, el ministro de defensa argentino, Agustín Rossi, justificaba el «parón» que vivía en específico una de las unidades de la Armada Argentina (ARA), aludiendo a la permanente excusa del embargo de armas orquestado por Reino Unido contra su país con posterioridad a la Guerra de que sostuvieron ambos estados.
“Tenemos el hecho ignominioso de haber mandado un componente de una corbeta de la Armada Argentina a reparar a Inglaterra. La reparamos, la pagamos, no nos la dejaron traer y, además, tenemos que pagar el alquiler del lugar en donde está depositada”, afirmó el ministro, refiriéndose en realidad al destructor ARA D-12 «Heroína», una de las unidades principales de la venida a menos Flota de Mar, el equivalente a nuestra Escuadra.
En efecto, según señaló este lunes un reportaje del diario bonaerense «La Nación«, el buque de la clase Meko 360 lleva una década varado en la dársena de la Base Naval de Puerto Belgrano a causa justamente del envío a reparaciones de una pieza a Gran Bretaña y que todavía no pudo recuperar por discrepancias en el pago.
La investigación periodística señala que «se reclama a la Argentina el pago de una suma que en 2018 llegaba aproximadamente a 200.000 dólares, por el alquiler del depósito en el que aún se conserva la pieza, denominada “rueda lenta”. El entredicho se encuadra en las tensiones que, a casi 40 años de la Guerra de Malvinas, mantienen los gobiernos de la Argentina y Gran Bretaña, en un diferendo que afecta el reequipamiento militar de nuestro país».
Añadió la nota que «fuentes cercanas a la embajada británica informaron a LA NACION que no es el gobierno de Londres el que impide exportar la pieza, sino la compañía privada, que no quiere entregarla hasta que no le paguen la renta por el tiempo que el material permaneció allí«.
Las fuentes allegadas a la embajada de Gran Bretaña explicaron, además, que el gobierno de Boris Johnson aprobó la exportación del material e, incluso, intermedió ante la empresa para pedir que liberara la pieza. “Pero es una compañía privada y el problema se tiene que resolver entre el gobierno argentino y la empresa”, indicó la fuente consultada.
La firma responsable de la reparación de la rueda lenta es la David Brown Gear System LTD, informaron fuentes que conocen los antecedentes del conflicto.
El conflicto
El reportaje señala que los obstáculos para llevar a buen puerto la reparación de la pieza comenzaron en 2012, luego de que Gran Bretaña impuso restricciones y endureció la política de exportaciones de material bélico a la Argentina, como consecuencia de la dureza mostrada por Cristina Kirchner en la disputa sostenida en torno de los reclamos por la soberanía en Malvinas. La entonces presidenta había calificado meses antes al Reino Unido como “una burda potencia colonial en decadencia”.
Destacaron que posteriormente, en 2018, durante el gobierno de Mauricio Macri, las relaciones mejoraron y Gran Bretaña flexibilizó las medidas. En la actualidad, se mantienen las restricciones de exportación de equipamientos que amplíen la capacidad militar argentina, pero se aprueban, evaluando caso por caso, las que mantengan la actual capacidad, indicaron a LA NACION fuentes cercanas al gobierno británico. Tanto en el Ministerio de Defensa como en la Armada Argentina no respondieron las consultas de este diario.
Con las medidas que flexibilizaron la relación y destrabados los inconvenientes diplomáticos, la empresa David Brown Gear System LTD entró en contacto con la Oficina de Compras de la Armada en París, en agosto de 2018, para avanzar en la repatriación de la reparada rueda lenta del buque a la Argentina. En el propio gobierno de Macri se generó un debate interno acerca de si correspondía pagar el importe requerido por el alquiler del depósito en el que se conservaba la pieza. La discusión llegó al seno del equipo del entonces ministro de Defensa, Oscar Aguad: mientras un sector proponía realizar el pago y luego iniciar gestiones para obtener un eventual reintegro, se impuso finalmente la tesis de no pagar la suma cercana a 200.000 dólares que se exigía en ese momento, por lo que la pieza se quedó finalmente en Gran Bretaña. “Fue un error no pagar”, admite hoy un exfuncionario del gobierno macrista. Hoy el monto del reclamo indudablemente es mayor.
Desde el papelón de la Fragata Libertad -que entre octubre de 2012 y enero de 2013 pasó 72 días retenida en Ghana, con toda su tripulación a bordo y sin poder cargar combustible, a raíz de un reclamo judicial presentado por bonistas- y el traspié del buque Heroína, los otros tres destructores de la Armada –»Almirante Brown», «La Argentina» y «Sarandí»- presentaron problemas de máquina, lo que refleja el mal estado de las unidades navales, que tuvieron su peor desastre con la tragedia del submarino ARA San Juan, en noviembre de 2017.
En diciembre de 2020, el presidente Alberto Fernández declaró por decreto en desuso el destructor ARA Santísima Trinidad, por el grave estado de deterioro y ordenó su enajenación del patrimonio del Estado. Se trata de un buque de la Armada que en enero de 2013 se había hundido parcialmente por desperfectos en una tubería, mientras se encontraba amarrado en un muelle de la Base Naval de Puerto Belgrano.
ARA «Heroína»
Con 125,9 metros de eslora y una manga de 14 metros, el destructor ARA Heroína fue construido en los astilleros alemanes de Blohm + Voss, en Hamburgo. Botado en febrero de 1982, se incorporó a la Flomar en noviembre de 1983. Lleva el nombre de la fragata «Heroína», un buque de guerra que combatió a barcos españoles en la lucha por la independencia.
El destructor Heroína pertenece a la clase Meko 360, tiene capacidad para 200 tripulantes e integra el Comando de la Flota de Mar de la Armada. Participó de ejercicios militares y fue destinado a la vigilancia marítima de la zona económica exclusiva y el control de la presencia de submarinos, entre otras misiones. El combate de la pesca ilegal fue siempre uno de sus objetivos, como lo refleja la captura de pesqueros extranjeros sorprendidos por el destructor argentino.
En octubre de 2020, con más de una década sin salir a navegar, la dotación del destructor Heroína recibió clases teóricas para reforzar los conceptos de “abandono y supervivencia en el mar”. Se incluyeron prácticas, supervisadas por nadadores de rescate de la Armada.
Amarrado a un muelle de la Base Naval de Puerto Belgrano, el buque está prácticamente desactivado, a merced de los vaivenes del mar y de los desaciertos de las políticas militares de los últimos años.