Alrededor de 275 millones de personas consumieron drogas durante el último año a nivel global, un 22% más que en 2010, revela el informe anual de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC), publicado este jueves.
El documento ofrece un panorama general del mercado mundial de drogas, con especial foco en el impacto de éstas en la salud y el bienestar de la población en el contexto de la pandemia de COVID-19.
Según el Informe Mundial sobre Drogas 2021, la potencia del cannabis se ha cuadruplicado en ciertas partes del mundo durante las últimas dos décadas. Sin embargo, la proporción de adolescentes que percibe dicha droga como perjudicial se redujo hasta en un 40%.
Esta brecha conceptual persiste a pesar de que los estudios han demostrado que el consumo de cannabis conlleva perjuicios para la salud, especialmente entre los consumidores habituales de la droga a largo plazo. Por otra parte, la mayoría de los países han informado de un aumento del consumo de cannabis durante la pandemia.
«La menor percepción de los riesgos del consumo de drogas tiene una relación directa con las mayores tasas de consumo, y las conclusiones del informe enfatizan la necesidad de cerrar la brecha entre la percepción y la realidad para educar a los jóvenes y salvaguardar la salud pública», recalcó la directora ejecutiva de la UNODC, Ghada Waly.
El impacto socioeconómico de la pandemia
La crisis del COVID-19 ha empujado a más de 100 millones de personas hacia la pobreza extrema y ha exacerbado el desempleo y las desigualdades. Por consiguiente, los problemas de salud mental crecen en todo el mundo. Este conjunto de factores de riesgo tiene el potencial de estimular un aumento de los trastornos relacionados con el consumo de drogas.
El estudio pone de manifiesto los cambios observados en los patrones de consumo de drogas durante la pandemia, entre ellos el aumento del consumo de cannabis y el uso no médico de sedantes farmacéuticos. También es probable que los factores socioeconómicos subyacentes contribuyan a acelerar la expansión del mercado de sustancias ilícitas.
El papel de la tecnología
En cuanto a los narcotraficantes, la publicación señala que se han recuperado rápidamente de los contratiempos iniciales causados por las restricciones y los confinamientos impuestos por la pandemia. Más aún, agrega que hoy en día están operando de nuevo a los niveles anteriores a la pandemia, impulsados en parte por el mayor uso de la tecnología y los pagos en criptomoneda.
El acceso a las drogas también se ha simplificado más que nunca a través de las ventas en línea, y los principales mercados de drogas en la red de internet oculta (también llamada web oscura) tienen hoy en día un valor estimado de 315 millones de dólares anuales. Las transacciones de drogas sin necesidad de contacto, como por ejemplo a través del correo, también están en aumento, probablemente como resultado de la pandemia.
La rápida innovación tecnológica, combinada con la agilidad y adaptabilidad de los narcotraficantes, quienes ahora utilizan nuevas plataformas en línea para vender drogas y otras sustancias ilícitas, probablemente incrementará la disponibilidad de las drogas ilícitas.
El problema mundial de las drogas acecha a Latinoamérica
El tráfico de cocaína entre Sudamérica y Europa es la segunda mayor ruta del mundo de esa droga y continúa evolucionando, lo que conlleva una mayor competencia entre los grupos de traficantes. Dicha competencia termina por elevar la calidad de la droga y reduce los precios, agravando así el daño causado por la droga en Europa.
La fabricación de cocaína se vio interrumpida al inicio de la pandemia, pero repuntó a su nivel habitual poco después. No obstante, el ritmo al que solía aumentar la fabricación fue menor.
También, la superficie de cultivo de la coca disminuyó globalmente un 5% en 2019, en gran parte debido a la primera caída significativa del cultivo en Colombia en los últimos seis años. A pesar de ello, ese país sigue siendo la mayor fuente de cocaína del mundo, apunta el informe.
El terreno de cultivo se mantuvo estable en Perú y aumentó en Bolivia. La ralentización del incremento del cultivo de coca había hecho suponer que en los años siguientes se produciría una caída en la tasa de fabricación de cocaína. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 y las consecuencias socioeconómicas resultantes podrían aumentar la vulnerabilidad de los agricultores y crear incentivos para que sigan produciendo hoja de coca, advierte el estudio.